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¡Panamá cambió al mundo!

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Foto: Jorge Alemán - STRI

Con el invencible movimiento del continente sudamericano hacia el noroeste, las rocas que componían al Istmo de Panamá se comprimieron e inclinaron hasta que se elevaron por encima del mar y con ésto, el mundo cambió. En primer lugar, hace 3 millones de años, 18 familias de mamíferos (incluyendo osos, cerdos, camellos, perros, gatos, elefantes y caballos) migraron desde Norteamérica a Sudamérica. Algunas 21 familias de mamíferos (incluyendo osos hormigueros, puercoespines, zarigüeyas, armadillos y perezosos) pasaron de Sur a Norte América.

Cosas aún más dramáticas sucedieron en el mar, donde el surgimiento del Istmo cambió las grandes corrientes oceánicas. La corriente del Golfo, que
fluye por la costa este de América del Norte, se volvió mucho más fuerte y ahora lleva agua salada cálida hacia el Atlántico norte, donde se enfría y se hunde bruscamente. Esto forma una poderosa corriente de fondo que fluye hacia el sur a través del Atlántico, alrededor de Sudáfrica y en todo el Océano Índico para finalmente surgir a la superficie otra vez en el Pacífico norte. Desde allí fluye a lo largo de la superficie para volver al Atlántico y unirse a la corriente del Golfo.

Este cambio en las corrientes oceánicas creó al mundo moderno. Los vientos alisios soplan enormes cantidades de humedad de la superficie del Caribe hacia el Pacífico, haciendo al Caribe más caliente, más salado y con pocos nutrientes, condiciones perfectas para que florezcan los arrecifes de coral. En contraste, luego de que los vientos alisios cruzan Panamá, en el lado Pacífico, empujan las aguas superficiales hacia el oeste, haciendo que el agua fría, rica en nutrientes, suba desde el fondo hasta la superficie. Estos nutrientes, junto con la energía del sol, provocan una floración masiva de plancton que suministra millones de anchoas que luego generan un frenesí de alimentación de las aves marinas, el atún, rayas, ballenas y tiburones.

Foto: Jorge Alemán - STRI
Foto: Jorge Alemán – STRI

Un poco más lejos de la nueva corriente oceánica global, la “cinta transportadora oceánica” ayudó a desencadenar la Edad del Hielo en el hemisferio norte. Ésta calienta las masas de aire que soplan desde América del Norte a Europa, por lo que los mares y estuarios costeros de Europa occidental no se congelan durante el invierno y su clima es mucho más moderado que el de Canadá y América del Norte.
Los cambios climáticos en África que redujeron las selvas tropicales a expensas de sabanas, forzaron a los primates que vivían en los árboles a vivir en el suelo,
e incluso pueden haber influido en la evolución de nuestra especie, el Homo sapiens.