Durante el último período lectivo Panamá volvió a enfrentar la preocupación por la deserción escolar, un problema con raíces estructurales que sigue mostrando variaciones según las fuentes oficiales y análisis independientes.
Algunas versiones registran que entre el 2024 y 2025, la desvinculación de estudiantes del sistema educativo formal supera los mil casos, mientras que versiones más conservadores reconocen que existe una marcada vulnerabilidad respecto al tema de la permanencia de los jóvenes panameños en su ciclo educativo, pero recalcan que las cifras de deserción de los últimos años marcan una caída en esta tendencia respecto a los picos históricos.
Los casos han disminuído
Cifras preliminares tomadas en bruto de los registros del Ministerio de Educación reflejan que alrededor de 2 mil 500 estudiantes se retiraron del sistema en el 2024, la mayoría ubicados en el nivel medio, que corresponde a los últimos tres años del proceso de formación para el grado de bachiller.
No obstante, los mismos registros señalan que durante al año anterior, la deserción superó los 9 mil casos de alumnos que salieron del sistema educativo, lo cual indica que las cifras indican una marcada disminución en este indicador. Adicional a estos datos, el Meduca señala que no se trata de una interpretación simple, pues las estadísticas deben cruzarse con otros valores determinantes, como en este caso en el que la deserción contrasta con un incremento en la matrícula.

En este contexto, las autoridades educativas del país señalan que las cifras recientes muestran una reducción de la deserción escolar respecto a los picos históricos, no obstante, es una realidad que se mantiene un porcentaje anual importante de jóvenes que abandonan el sistema educativo, dicho de otra manera, en el que miles de niños y adolescentes no completan el ciclo.
Causan relacionadas
Los análisis institucionales y de organismos internacionales señalan varias causas que actúan de forma interrelacionada:
Pobreza y necesidades económicas de las familias. La presión para que adolescentes y jóvenes trabajen —parcial o totalmente— es una causa reiterada de abandono.
Embarazo adolescente y uniones tempranas. Las adolescentes en embarazo o en uniones tempranas presentan mayor riesgo de abandonar la escuela. Informes de UNICEF y estudios regionales relacionan este factor con la pérdida de continuidad educativa.
Barreras geográficas y marginación étnica. Comunidades indígenas y zonas rurales enfrentan problemas de acceso (infraestructura, transporte, servicios), que aumentan la probabilidad de abandono; algunos medios destacan casos concretos en Guna Yala y otras áreas afectadas por reubicaciones climáticas.
Calidad educativa, repitencia y desmotivación. Altas tasas de repetición, falta de adaptación curricular y brechas de aprendizaje (acentuadas por la pandemia en años previos) contribuyen a que los estudiantes se desvinculen.
Violencia, discriminación y factores sociales. Experiencias de violencia escolar, discriminación o entornos familiares inestables también impulsan la salida temprana de las aulas.

Impacto para el país
La salida prematura del sistema educativo tiene efectos acumulativos que afectan a la sociedad y a la economía, entre ellas los expertos destacan la reducción de la capacidad productiva y la competitividad del país a mediano plazo; la economía pierde potencial de crecimiento ligado a una fuerza laboral mejor formada.
Por otra parte, el abandono escolar profundiza ciclos de pobreza intergeneracional, aumenta la probabilidad de empleo informal y limita la movilidad social, promoviendo al mismo tiempo una mayor probabilidad de desempleo juvenil, aumento de demandas de programas sociales y mayor exposición a conductas de riesgo.
Estudios muestran correlación entre menores oportunidades educativas y mayores riesgos de marginalidad, lo que puede traducirse en problemas de seguridad local y debilitamiento del tejido comunitario.
La deserción escolar en Panamá en el último período confirma que, aunque existen mejoras respecto a épocas con tasas más elevadas, persisten pérdidas significativas de estudiantes que exigen respuesta integral. Abordar el problema exige acciones coordinadas: reforzar redes de protección social que reduzcan la presión del trabajo infantil; programas de retención focalizados en secundaria; políticas de prevención del embarazo adolescente; inversiones en infraestructura y transporte escolar para zonas remotas; y medidas para mejorar la calidad pedagógica y reducir la repitencia.





