Como todos los años, y aunque no se trata de una tradición latinoamericana, cada 31 de octubre en muchos países se celebra la Noche de Brujas, o Halloween.
Pese a las contradicciones que se generan en torno a la celebración de las festividades de Halloween, es casi imposible que los niños no se entusiasmen cuando se les habla de disfraces y pastillas.
Como ya es tradición, las casas de Costa del Este se visten de colores alusivos, y se adornan con terroríficos inflables, telarañas, brujas y vampiros, en su mayoría muy divertidos.
Los niños son los protagonistas de la diversión y se adueñan de cientos de dulces mientras sanamente recorren las calles de sus barriadas junto a sus amigos.