Su obra se encuentra en colecciones públicas y privadas de Panamá, Estados Unidos, Canadá, México, en Centro y Sur América, España, Francia, Alemania, Suiza, Luxemburgo y Qatar.
Octavio Arosemena es un odontólogo panameño, amante de la música y artista plástico desde hace más de 30 años. Su apariencia apacible y sonrisa fija, transmiten mucha serenidad y confianza. Es conversador sin desperdicio, ya que esbosa planteamientos coherentes, actuales y necesarios.
Su talento como creador de obras pictóricas lo trajo a esta entrevista meritoria, especialmente porque este año realizó una impactante exposición en el museo del Banco Nacional de Panamá, donde los enamorados del arte pudieron apreciar y adquirir obras como, “Los amantes”, “El nacionalista”, “La medida del tiempo” “Cisura escultórica” y “Celestial”, referente del vano abierto y el personaje de espaldas, fue un instrumento para manifestar el deseo de librarnos del confinamiento durante la pandemia, pero también del temor a la enfermedad y la muerte. Parte de esta colección fue creada durante la pandemia del Covid.
El arte es una forma de comunicación visual, esencial y exclusiva del ser humano. Arosemena va a desarrollar piezas en las que un conjuntos de imágenes antropomorfas proyectan ideas, conceptos y mensaje encriptados, resueltos con los delicados tonos de la acuarela, o el intenso matiz de los acrílicos.
Los orígenes
Su encuentro con el arte fue conducido por la música y de manera autodidacta “comenzó a desarrollar un lenguaje de signos, que como en un pentagrama o en una estela de jeroglifos, tejen discursos visuales entramados en ritmos que consiguen impactar en el subconsciente del observador de sus obras de arte”, dice en el catálogo de la más reciente exhibición.
“Mi pasión por la pintura inició en los años noventa, cuando empecé a observarla y me enamoré de ella, entonces comencé a comprar obras desde que gané mis primeros realitos como odontólogo; luego empecé a pintar poco a poco en formatos pequeños con acuarela, que es la pintura más económica. Iba a la galería de mi amiga Carmen, y después de tres años pintando, le mostré la producción a ella y me dijo que tenía que hacer una exposición”. Le sugirió que fuera a la galería del Inac y así fue cómo hice la hizo la primera exhibición en el año 2000.
En sus obras se observan siluetas humanas, algunas parecen jeroglíficos que surgieron espontáneamente en sus primeros trazos cuando comenzó a pintar cuadritos geométricos con acuarela, que para Octavio era como un ejercicio, en forma de meditación y entonces veía que en los cuadros había vacíos y los fue llenando con símbolos y así fueron apareciendo figuras humanas. “La inspiración se logra buscando adentro”. En el 2008 cambió de la acuarela a acrílico para hacer obras más grandes sobre telas.
Para ver sus obras, solo tiene que colocar su nombre en Google; también en su clínica del edificio Plaza San Marco de La Alameda, donde tiene su galería personal.