Panamá tiene un pedacito de corazón con palmeras en Argentina

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    Fotografías: Cortesía PC
    Recorrido: Cristhian Florez
    Un inesperado y grato encuentro se cruzó  durante nuestro recorrido por Mendoza, Argentina, donde la esencia alegre y colorida de Panamá, está presente.
    Un grupo de amigos, entre ellos diseñadores, estudiantes y graffiteros, se juntaron un día con una peregrina idea, nacida de las ganas de crear arte urbano, mientras hacían el bien en sus comunidades, entonces,  comenzaron a pintar  zanjones (canales, y cauces de agua).
    «Habíamos elegido esos espacios también porque así no corríamos el riesgo de que algún vecino se moleste por pintarle la pared o para no tener encuentros con la policía. En esos encuentros pegamos onda entre 4 personas: Ale Romero (Barney), Franco Glellel (El Pela), Gastón Castelli (Dötz) y Elías Rodríguez (Elio), y decidimos empezar a hacer remeras (t-shirts) para vender.
    Y viene el nombre
    Relatan que uno de los chicos tenía algunas máquinas para hacer serigrafía, y una amiga, Maira García, la fotógrafa,  les prestó un lugar arriba de su casa, para armar el taller.
    «Un día  nos dimos cuenta de que el vecino escuchaba muy fuerte, sin pausa, música tropical: salsa, bachata, reggaetón y otros ritmos latinos. Entonces teníamos esa música de fondo, además, justo era verano y hacía un calor terrible, y no solo eso, sino que justo la casa donde estábamos tenía una sola palmera al norte y una sola palmera al sur (Mendoza es un desierto convertido en oasis y no es común ver palmeras en San José, Guaymallén)».  Sumado a toda esta magia casual, la vivienda tenía un  techito de caña. Un día, alguna bebida refrescante causó algún efecto increíble, entonces, cayendo la tarde uno de ellos dijo: «¡Mirá, parece Panamá!», lo que les causó gracia porque efectivamente parecía un lugar centroamericano.
    «Esta es la pieza donde hicimos el taller, acá nuestra amiga nos lookeó al estilo panameño para unas fotitos».
    «Fue hermoso porque nos despegó de nuestro lugar, nos sentimos muy bien, como si estuviésemos en plenas vacaciones. Desde ese momento, nuestro lugar quedó bautizado como Panamá Club, en 2012».
    Cuentan que cada vez que se iban  a juntar y alguien preguntaba «¿Dónde?»,  «En Panamá». El lugar se tornó como un club.
    «El proyecto de las remeras no tuvo mucho éxito porque nos divertía más y nos resultaba más fácil salir a pintar. La hemos pasado bien compartiendo muy buenos momentos, hemos estado en encuentros de muralistas, en muestras, tenemos varias anécdotas hermosas. Hoy en día el club abarca mucha más gente y nos juntamos a comer o compartir un buen rato; los muros aparecen muy esporádicamente».
    Estos jóvenes también trabajan en el área de la ilustración, el dibujo y el diseño; crean videojuegos, trabajan en concept art, modelos 3D y tatuajes. En fin, un club de artes.
    «Soñamos con conocer Panamá, cada vez que hablamos con un panameño o panameña, ¡nos alegramos muchísimo!… todos tenemos la banderita colgada en alguna parte de nuestra casa, en nuestros murales  firmamos con el nombre de Panamá, las palmeras y la bandera.
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