Hoy nuestro corregimiento San Francisco cumple un año más de historia, son 96, pero a diferencia de los seres humanos, nuestra comunidad cada vez es más movida, cada vez duerme menos, cada día está más estresada, ocupada y llena de problemas.
No es un simil para ser dramáticos o negativos. Quienes viven en San Francisco lo saben, pues cada día les cuesta más descansar por los múltiples y constantes ruidos, así como se les hace casi imposible caminar por sus calles, ante la falta de aceras, debido a los vehículos estacionados sobre las que hay y la basura inundando a muchas de éstas.
Entonces, ante este panorama, ¿Cómo podemos celebrarla? ¿Cómo podemos honrar a un corregiemiento en su cumpleaños? La que fuera una comunidad residencial, perdió su calma. ¿Por qué el progreso debe ser sinónimo de anarquía? ¿Por qué los comerciantes no se ponen de acuerdo para hacer el bien a la comunidad que los está ayudando a prosperar?
Preguntas que quedan en el tintero, pues no tienen respuestas de quienes deben darlas.
Si pensáramos en el bien común, seríamos como una gran familia que hoy festejara con orgullo un año más de vida del corregimiento más pujante del país.
El principio
Hace 96 años se emitió el acuerdo Municipal Nº 22 de la República de Panamá, mediante el cual se crea oficialmente el corregimiento de San Francisco, entidad que desde ese mismo instante inició un desarrollo vertiginoso que la ha convertido hoy día en una urbe moderna y dinámica, caracterizada por un importante movimiento económico y urbanístico.
De aquel poblado que se erigió en la playa “Peña Prieta” sólo quedan algunos vestigios al borde de la bahía. Justo allí nació su nombre, surgido del hallazgo de la imagen de un santo al que los pescadores identificaron como San Francisco; desde ese momento, aquel pueblo reubicado por el gobierno del Dr. Belisario Porras pasó a llamarse San Francisco de La Caleta.
El crecimiento de este corregimiento se ha dado de manera medianamente ordenada, beneficiado además por desarrollos atípicos, producto de los acuerdos de reversión de zonas antes reservadas para las operaciones militares estadounidenses, como es el caso de Punta Paitilla y áreas vecinas.
Además de haber sido un lugar para la diversión y el esparcimiento, San Francisco se convirtió en un imán para atraer gente que deseaba convertirse en un vecino más. Ello permitió que el área residencial se expandiera hasta los límites de hoy y alcanzara un número superior a los 40 mil habitantes.
Muchas cosas han cambiado desde aquel 9 de agosto de 1926, San Francisco es un corregimiento pujante, medianamente organizado, muy particular en su cultura y arraigo de sus habitantes. Mucha gente sigue llegando y el crecimiento no se detiene. Las edificaciones se levantan por doquier en medio del halago de unos y el desconsuelo de otros que son testigos de cómo surge una ciudad cosmopolita en medio de una comunidad tradicional y sobria.
Obras importantes se proyectan y se desarrollan hoy en esta joven ciudad, entre ellas el nuevo ordenamiento territorial, la ampliación del acueducto, la recuperación de las aceras y de importantes avenidas. Todo sustentado en la descentralización y el manejo autónomo de los recursos.