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Hoy en la Ciudad de Panamá
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El Covid-19 no es hoy el único problema

Artículo de opinión esrito por Daniela Melani

El silencio de las autoridades aturde más que el grito ahogado de los ciudadanos...Es indispensable que la supuesta apertura se establezca acompañada de medidas que demuestren coherencia para que puedan cumplir su objetivo. De nada sirven normas que funcionen en la teoría pero que no puedan ser concretadas.

Mandar a la gente a “patinar” al mediodía, a la misma hora que tiene que hacer fila para entrar al supermercado, ir a la farmacia, sacar a sus hijos de a uno por vez y pasear al perro y al gato parece casi una burla, una ironía.

No es válido que se exija a la población sacrificarse si no se demuestra el mismo esfuerzo por parte de las autoridades. Esto genera frustración, impotencia, sentir que formas parte de un sistema donde no se te considera, donde no se valora el lado humano ni se dimensiona la importancia de reactivar las actividades económicas.

Es imprescindible e impostergable la colaboración del sector privado, el Estado tiene la obligación de darle el espacio que le corresponde. Es un compromiso mutuo sin el cual es imposible enfrentar la situación.

Es urgente tener un aparato productivo funcionando que, al fin y al cabo, será el responsable de hacer cumplir los normativas y lejos de entorpecer, inyectará los recursos de los cuales el Estado carece. Y esto no es una opción, es una inminente necesidad.

Está demostrado que el encierro aumenta las adicciones, potencia los problemas psicológicos, causa angustia, ansiedad y estrés, con las mil consecuencias que eso conlleva.

Y mientras la mayoría sigue enjaulada, sin respuestas; y hoy más que nunca sin explicaciones, nos preguntamos:  Cómo se están detectando los nuevos casos positivos;  dónde están las pruebas epidemiológicas  masivas tan necesarias de las que hablaban. Ni hablar del estudio de seroprevalencia que a estas alturas y en estas condiciones se debería haber ya implementado. Dónde está el aislamiento real de los contagiados. Dónde están las medidas que nos garanticen de verdad un entorno seguro. Dónde está la campaña palpable para la toma de conciencia. Dónde está la aplicación de protocolos de bioseguridad para la población activa…

¿Es la cuarentena la única solución?

Que el sistema no esté colapsado no es motivo para relajarse, sino la base para permitirnos actuar en forma aún más rápida y agresiva, ganarle al tiempo, adelantarnos al contagio, buscar, detectar, aislar, prevenir, garantizar. Pero parece  que la única solución viable por la que se ha optado y hace eco en el silencio es la cuarentena, con todas las restricciones que ella implica.

Es urgente implementar en paralelo esas otras medidas más efectivas. Los discursos aplicados hoy no tienen sustento; palabras efímeras que vuelan ampliando el vacío ya existente, creando un abismo entre la realidad y la teoría.

Y sabemos que las soluciones no son fáciles pero ya hubo tiempo, ya hubo recursos, ya no hay excusas, ya hoy toca priorizar nuevas variables, enfocarse en otras alternativas.

Sabemos que falta el recurso humano especializado, pero pongan las directrices y apóyense en el sector privado que hoy es su mejor aliado. Formalícennos de forma concreta y correcta la reapertura, permitamos al sector empresarial su participación activa.

¡Necesitamos acciones, no intenciones. Realidades, no planes!

La idea de la cuarentena era aplanar la curva, no erradicar el virus o esperar hasta que aparezca la vacuna. La salud es un concepto amplio que no puede circunscribirse sólo a una única enfermedad en un lapso indefinido; y ya no es más justificable seguir sacrificando la economía.

Es hora de enfrentar la realidad, de asumir el riesgo de manera objetiva, superando el miedo que paraliza y bloquea, ir más allá de la solución fácil que hoy genera nuevos problemas.

Pongamos en marcha ya los protocolos y las medidas, aterricemos las ideas, controlemos, soltemos y ajustemos en base a los resultados, pero no nos estanquemos. Es un proceso largo con bajadas y subidas... avancemos con conciencia, pero unidos.

El confinamiento no es viable, no es sostenible, no es sano, no es humano y definitivamente tampoco es la solución. Es el momento de permitir que cada ser humano asuma su responsabilidad , cumpliendo su rol dentro de la sociedad.

El círculo nos necesita a todos y no se puede ir en contra de su geometría. Si se deforma, se degenera, pero ni siquiera eso es capaz de alterar la esencia que es lo que determina nuestro actuar en la vida.

Pongamos las reglas y seamos jueces justos que evalúan, analizan, sancionan o aprueban, que vuelven a establecer normas  si es necesario, pero que incentivan y promueven el juego, que cubren las expectativas. La resiliencia suena a palabra mágica pero muchas veces es una utopía...

No todos tenemos las mismas capacidades de adaptarnos a las circunstancias, no todos somos capaces de mantener un equilibrio emocional ante las adversidades.

Es deber ser realista y ocuparse de esto con la misma urgencia e interés que demanda la incidencia del virus buscando nuevas soluciones, nuevas vías, aplicando con estricta disciplina una postura activa y efectiva.  No es esperar que llegue un enfermo, es buscarlo, encontrarlo y aislarlo.  No es exigir distanciamiento en los transportes públicos si no se incrementa su frecuencia.  No es fomentar la reapertura sin criterio, sino propiciar las acciones para que se garanticen las condiciones básicas de bioseguridad requeridas.

Y seguimos esperando.... y el tiempo corre incierto, pero sigue y se confunde la secuencia de sucesos sin dejarnos claros cuál es el pasado o el presente, cuál es la proyección real del futuro, cuál es la meta que nos orienta el día a día.

El mensaje del pueblo no es capricho, no es irreverencia, es necesidad... Sólo les pedimos que se pongan una mano en el corazón y escuchen a su consciencia:

¿Es de verdad ésta, la mejor forma de salvar vidas?

 

NOTA: Alpha Grupo Editorial no se hace responsable por los artículos  escritos por los vecinos de las zonas que cubrimos. Son una manera de dar oportunidad a que expresen de forma respetuosa sus ideas y opiniones.

 

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