Texto: Andreína Rodríguez – Fotos: Yamileth Pereira y Javier González
“La idea de @limpiomicallepty surgió de las constantes quejas por problemas de basura que veíamos a diario alrededor de calle 44 mientras paseábamos a nuestras mascotas”, relata Yamileth Pereira.
Además de vecina, ella es médico cirujano del Instituto Oncológico Nacional y, al igual que su esposo, Javier González, médico anestesiólogo del Complejo Hospitalario del Seguro Social; saben con certeza las implicaciones a la salud que produce la acumulación de desechos en los espacios públicos.
Centro congestionado
El vivir en una ciudad compacta trae múltiples beneficios, entre ellos, contar con la cercanía de servicios, comercios, transporte colectivo y torres de oficinas.
Pero resulta que estos indudables atractivos conducen a una inevitable carga en el mantenimiento de los espacios públicos, dada la gran afluencia de transeúntes que suele sobrepasar la cantidad de residentes. Así, Bella Vista se convierte en un claro ejemplo de cómo la “huella humana” aventaja la capacidad del corregimiento para manejar los desperdicios.
“Nuestra calle no es solo residencial, hay mucho movimiento de genten y en la noche se ve la basura de todo el día. A eso se suma el problema de la recolección: el carro de la Autoridad de Aseo también deja su ‘huella’, así que siempre hay algo que recoger”, añade la joven pareja.
Surge la necesidad
Con la intención de unirse a un grupo de voluntarios, nace en ambos la idea de comenzar un proyecto “por casa”.
“Se me ocurrió que quizás podríamos aprovechar nuestro paseo diario y recoger lo que viéramos en el trayecto: botellas plásticas, latas, platos y vasos desechables, envoltorios plásticos, entre otros”, narra Pereira.
Si antes llegaron a sentir algo de “vergüenza” por limpiar sus calles, ahora confiesan sentirla en mayor medida al dejar de hacerlo un solo día.
“Por poco que sea, siempre el resultado al voltear la vista nos da la sensación de que estamos haciendo algo. Somos más conscientes ahora de los problemas de nuestra comunidad”, reconoce.
La ruta
Comenzando las 7:00 de la noche, Yamileth y Javier se alistan con atuendo deportivo, sus cuatro mascotas y un paquete de bolsas plásticas cada uno. La recolección inicia en calle 44 desde la avenida Justo Arosemena y atraviesa parte de la calle Colombia hasta llegar al Parque Urracá.
“Normalmente la caminata suelen ser alrededor de 2 kilómetros y aprovechamos los basureros que hay en el parque y en la avenida Balboa para depositar la basura al final del recorrido; nuestra primera intención es recoger en nuestro camino lo que alguien no desechó adecuadamente, pero sabemos que lo que hay que hacer es educar”, detalla.
Redes como impulso
Con el objetivo de sumar voluntarios, en el mes de diciembre decidieron abrir una cuenta en Instagram con el seudónimo @limpiomicallepty, nombre con el que incluso han fabricado sus propias gorras y suéteres. “La idea es tratar de divulgar el mensaje y conocer a organizaciones involucradas en el tema. Todo lo que se logre es ganancia”, comenta.
Como tienen familiares en Santiago y David, esta iniciativa ya ha despegado vuelo hacia el resto del país, conscientes de la necesidad de retomar la cultura de higiene en toda la ciudadanía.
Ciudadanos responsables
Respecto a los grandes casos, Pereira revela que se hace necesaria la denuncia ante entidades públicas, siendo una de éstas la Junta Comunal que, pese a no ser su competencia directa, contribuye a fiscalizar a las demás instituciones.
“No esperamos que otras personas hagan lo que hacemos, ojalá así sea, pero tampoco podemos echarles toda la responsabilidad a las autoridades. Lo que hacemos nos hace sentir bien con nosotros mismos y eso es suficiente”, concluye.
Leyenda:
“Luego de unas semanas de comenzar a limpiar, ya nos da vergüenza no hacerlo”. Yamileth Pereira y Javier González.