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Manuelita Vallarino de Saint Malo | “Sueño con un gobierno decente que haga bien su trabajo”

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Manuelita Vallarino de St. Malo | Foto: AR

 

Entrar a la oficina de Manuelita Saint Malo, es recorrer la historia de Panamá durante las últimas 4 décadas. Una de sus paredes, bautizada por ella como su “Hall of fame”, alberga decenas de fotografías con la captura de momentos importantes que impactaron su vida y dejaron huella en los destinos del país; pues esta dama a quien no le gusta maquillarse ni usar tacones, representa con enorme valentía la lucha de la mujer panameña por alcanzar sus ideales.

En su oficina reposan decenas de momentos importantes capturados a través de fotos | Foto: AR
En su oficina reposan decenas de momentos importantes capturados a través de fotos | Foto: AR

Tía Maui, como la llaman allegados y quienes le profesan cariño, no anda con medias tintas. Piensa, dice y hace lo necesario para materializar ideas en pro de un mejor país. En su juventud fue una gran luchadora; salió a las calles a defender la educación, y más tarde la democracia. Ya estaba casada y con 4 hijos cuando se llevó varios sustos, tragó mucho gas (en su oficina reposa como un trofeo, una de las bombas lacrimógenas que le lanzaron) y hasta recibió golpes mientras reclamaba sus derechos. Ya sabía lo que escucharía de su esposo al llegar a casa: “¿Otra vez?”; “¿Hasta cuándo?”. “¡Eres un gallito de pelea!”. Han pasado casi 40 años desde entonces…

En la actualidad, desde un lugar igual de retador pero protegida por la investidura que le otorga su cargo como fundadora/directora de una de las instituciones educativas más reconocidas del país: la Academia Interamericana de Panamá (AIP); con todo el peso de las herramientas que le ofrece la tecnología, y que sus alumnos le han enseñado a manejar muy bien, a sus casi 80 años de edad sigue “alzándose y levantando la voz” a través de las redes sociales, contra políticas gubernamentales que critica y desaprueba. “Pensé que ya estaba muy vieja para aprender, y ahora no puedo vivir sin la computadora. Soy muy activa en twitter y Facebook; mis chiquillos en la escuela me han enseñado mucho; le doy like a todo lo que me gusta y me pronuncio sobre lo que no me parece. Tengo una “relación simbiótica” con mis alumnos, indica la educadora, quien conoce a fondo ese proceso de interacción biológico, pues obtuvo su título profesional en Biology/Chemistry/Pre-Med  en Newcomb Tulane College (EEUU).

“Yo quería ser médico, pero me case muy jovencita e inmediatamente llegaron los hijos. Estando ya en Panamá, en 1964 matriculé a uno de mis niños en el Colegio Episcopal, y unos días me pidieron que hiciera una suplencia por dos meses que se convirtieron en 20 años de arduo trabajo en esa institución”. Pero ella no estaba conforme. El país la invitaba a hacer más por la educación, y al ver que desde ese espacio ya había agotado las posibilidades;  junto a otras 4 compañeras luchadoras (Mirna de Stein, Miriam de Castrellón, Barbara de Arosemena y Fátima de Triana), con la etiqueta pública que tenía de mujer subversiva y enemiga del régimen de Manuel Noriega, se aventuró a montar su propia escuela: la Academia Interamericana de Panamá.

Construyendo bases educativas

“Mi vida siempre ha estado llena de anécdotas y música. Para levantar nuestra primera sede (1983) invertimos unos 30 mil dólares (que no teníamos) y alquilamos una casa en Altos del Golf. Inmediatamente Noriega decretó vacaciones por 3 meses y las escuelas no pudieron abrir en marzo. Impartimos clases de inglés para no quebrar. Teníamos 6 niños y al final ya eran 107. Empezamos a crecer y le pedimos ayuda a  Freddy Humbert para que nos financiara una nueva obra en Cerro Viento. Noriega seguía con las persecuciones y el ingeniero del proyecto abandonó el país y nos dejó el trabajo a media marcha. Por si fuera poco, el gobierno cerró todos los bancos y gracias a que Carlos Arango también nos apoyó y con su propio dinero pagaron a los empleados, pudimos continuar.  Hicimos un trato y saldamos la deuda con la educación de sus hijos.  Después vino la oportunidad de mudarnos a Costa del Este. Aquí solo había 4 calles, un Novey y la oficina de Casimiro López, uno de los fundadores. No había ni señal de celular. Alberto Motta me vendió el terreno y empezamos a construir de nuevo en 1998. Muchos de mis estudiantes antiguos me siguieron, y poco a poco se sumaron nuevos alumnos. Las mamás se pusieron histéricas cuando me mudé la primera vez a Cerro Viento,  y doblemente histéricas cuando me vine para acá. Tuve que explicar mil veces que los desechos con los que rellenaron el Parque Felipe Motta, al lado nuestro, eran orgánicos y no radioactivos; que sus hijos estarían seguros. Ya superamos nuestros primeros 30 años aquí”.

La AIP se construyó en Costa del Este cuando solo había 4 calles | Foto: AR
La AIP se construyó en Costa del Este cuando solo había 4 calles | Foto: AR

 “Necesitamos mejores universidades”

Crítica de muchas políticas asumidas por los gobernantes, la directora de la AIP no puede quedarse callada respecto a la calidad de la educación en Panamá,  que es precisamente el sector al cual ha dedicado toda su vida. “Nuestro problema es el nivel de las universidades, los estudiantes salen muy mal preparados a nivel superior; tenemos malos profesores que gradúan a malos profesionales y es por eso que quienes pueden, estudian fuera del país. Yo he graduado a casi 1000 bachilleres y ahora mismo tengo a más de 10 de mis ex alumnas trabajando acá en la Academia, con un inglés perfecto y eso hace mucha diferencia. Nos preocupamos porque nuestro personal sea muy competente para que nuestros estudiantes también lo sean. Tuve alumnos que ahora son médicos y arquitectos graduados en Panamá y hoy estoy muy orgullosa de ellos, al igual de quienes ahora ocupan altos cargos como María Luisa Navarro y María Luisa Romero, quien pensé que sería la primera Jefe de Estado del país, pero se le adelantó Mireya (Moscoso).

Es muy activa en las redes sociales | Foto: AR
Es muy activa en las redes sociales | Foto: AR

La historia quedó corta. Tía Maui tiene mucho más que contar y con el azul intenso de sus ojos que se dejan ver sin cristal de por medio, nos asegura que desde que se operó tiene tan buena vista, que hasta puede ver el futuro. Un futuro en el que sueña con “un gobierno decente que haga lo que tenga que hacer y use bien mis impuestos; se acabe con el juega vivo; eduquemos a panameños productivos; el sexo no sea un deporte sino algo muy serio y responsable; los chiquillos (que ya tienen tanto) no esperen gratificaciones instantáneas; los papás no teman decir “no” a sus hijos y se entienda que no hay niños con problemas, sino que son sus padres quienes los tienen”.

La imagen de la Virgen de La Milagrosa, da la bienvenida a todos quienes visitan la AIP | Foto: AR
La imagen de la Virgen de La Milagrosa, da la bienvenida a todos quienes visitan la AIP | Foto: AR