Apreciados lectores, la congregación Kol Shearith Israel, de la cual soy su rabino, está celebrando el 140° aniversario de su fundación. Comparto en este espacio algunos pasajes a propósito de tan especial acontecimiento.
El 14 de mayo de 1876 se funda en la ciudad de Panamá la Congregación Kol Shearith Israel. Como tantas otras instituciones similares a lo largo de América Latina su objetivo inicial era brindar servicios fúnebres a sus miembros a partir de la administración de un cementerio que permita realizar el entierro siguiendo el ritual tradicional judío y además realizar obras de beneficencia.
La presencia judía en el istmo se remonta a la época de la conquista. Ya en tiempos modernos, algunas familias de origen hispano-portugués provenientes del Caribe comienzan a llegar a mediados del siglo XIX en plena construcción del ferrocarril interoceánico.
Es interesante destacar que hay muchas sinagogas, principalmente en diversas ciudades de los Estados Unidos que se fundaron para la misma época y se denominaron “Shearith Israel”. Este es un concepto bíblico, tomado de los profetas clásicos quienes defendían la idea de que aun cuando el pueblo judío quedase reducido a un pequeño número, ese “remanente” sería suficiente para que Dios renovara el pacto con ellos y cumpliera las promesas que había realizado a sus antepasados.
La particularidad que tiene nuestra congregación es que al Shearith Israel le agregaron la palabra Kol que significa voz y hasta donde yo sé, ese nombre es único en el mundo.
En mi humilde interpretación de la selección del nombre me atrevo a imaginar que aquellos judíos que llegaron junto a tantos otros inmigrantes, percibieron a este nuevo lugar con mucho optimismo. A esa sensación de esperanza – que subyace el concepto de Shearith Israel, el remanente de Israel –le sumaron la posibilidad de articular su voz (Kol) como testimonio de identidad y esencia. Y sin duda esa voz, contribuyó decididamente junto a otras voces, a generar la polifonía sobre la cual se constituyó la panameñidad.
Posiblemente, pocas palabras expresen con tanta elocuencia este sentimiento como las vertidas en Marcha Panamá, por la notable pluma de Eduardo Maduro, un hijo dilecto de la congregación Kol Shearith Israel: “Panamá, la patria mía, suelo grato, encantador.”
De igual forma, a lo largo de la historia del país y hasta nuestros días, los miembros de nuestra congregación han tenido un papel significativo en todos los campos del quehacer nacional, participando en la gesta de la separación de Colombia y contribuyendo al desarrollo de la cultura, el comercio, los gremios, la academia y la industria.
Por otra parte, los 140 años que nuestra congregación celebra son también un testimonio de una larga trayectoria de libertad de culto en nuestro país y una demostración cabal de la convivencia armónica y el respeto por la diversidad.
Hoy, las familias que componen Kol Shearith Israel continúan haciendo honor a la herencia ético-religiosa que recibieron de sus mayores y se esfuerzan día a día por desarrollar una vida judía plena trabajando comprometidamente a favor del desarrollo de Panamá.