Sostenibilidad, ahorro, utilidad y respeto al medio ambiente, son algunos de los elementos que se conjugan a la hora de elegir opciones que nos ayuden a contribuir con el planeta, y más aún si se le suma el incentivo de ayudar con la economía familiar. Frente a esta premisa, los paneles solares surgen como una alternativa atractiva y prometedora. Su función es la de convertir la energía del sol en electricidad utilizable, y tal como lo presentan las muchas empresas dedicadas a su instalación, pareciera que se trata de un proceso muy simple que no requiere mayores complicaciones, pero sí mucha responsabilidad por parte de quienes se ofrecen como expertos.
Conversamos con Federico Fernández, ex presidente de la Cámara Panameña de Energía Solar (CAPES), y nos aclaró algunas dudas sobre la conveniencia, riesgos y desafíos de esta tecnología que, aunque no es nueva, en la actualidad se presenta como una posibilidad cada vez más vigente para beneficiar tanto al planeta como al bolsillo de quienes tomen la decisión de incluirla en su cotidianidad.
¿Cómo funcionan?
Los paneles solares están compuestos por células fotovoltaicas generalmente hechas de silicio, que absorben la luz solar y generan corriente. Para que esto ocurra, es preciso que existan acometidas eléctricas que serán aprovechadas por el nuevo sistema. Se debe instalar un inversor compatible con la red convencional, que permitirá hacer uso de la energía del sol en hogares, comercios e industrias.
“Se necesitan metros cuadrados para colocar los equipos e irlos armando como un rompecabeza; eso es lo que se llama la capacidad instalada. Hay casas que no cuentan con espacio suficiente para colocar la cantidad de paneles acorde con su consumo y contrariamente, a otras les sobra pero gastan menos electricidad. Lo importante es que la empresa que realice la instalación, haga una evaluación correcta. Podrían poner menos paneles si el espacio y el presupuesto no lo permiten, pero no se recomienda colocar de más, porque es una pérdida de dinero en material y generación de energía” indica Fernández, quien agrega que el ahorro económico se produce tanto porque el sol es el que “paga la cuenta” al proveer energía en tiempo real que, si no es utilizada, se le inyecta a la red tradicional y ésta, a su vez, la usa como parte de pago del consumo que se hace cuando no hay sol.
Ventajas de los paneles solares
Los paneles solares nos brindan la capacidad de generar electricidad de manera limpia y renovable, con lo cual no se producen emisiones de gases contaminantes. Al aprovechar esta fuente de energía inagotable, contribuimos significativamente con el medio ambiente. Desde el punto de vista económico, disminuye la dependencia de fuentes de energía tradicionales y costosas. Así lo explica Fernández: “El panel hace que el fotón del sol se transforme en corriente continua. Hay un equipo adicional que se llama inversor, que lo transforma en corriente alterna, y de ese inversor se hace una conexión hacia el tablero eléctrico de la casa, comercio o industria. En tiempo real, durante el día y en la medida en que se genera electricidad, de ese tablero yo extraigo mi nueva energía proveniente del sol. Si por cualquier razón (tiempo nublado, o noche) no se está generando energía proveniente del sol, no se afecta el consumo en el lugar, pues automáticamente el sistema hace el cambio hacia la energía del proveedor tradicional, y esa sí se paga según las tarifas de la compañía eléctrica, que luego se ajustan con lo que genera mi sistema”.
Opción viable en residencias
Aunque se trata de una inversión que al principio será proporcional con nuestro perfil de consumo eléctrico, la instalación de paneles solares se presenta como una buena alternativa para reducir en el mediano y largo plazo el costo de las facturas. Desde hace tres años, la banca panameña ofrece programas de financiamiento, al ver la conveniencia de incentivar el uso de estos dispositivos.
Hay elementos muy importantes a considerar para hacer la instalación. En primer lugar, contratar una empresa con conocimiento y experiencia sobre el tema; pues se trata de un trabajo que requiere conocimiento técnico y estructural para minimizar riesgos.
Los expertos en el tema, según Fernández, deben estudiar el perfil de consumo de la residencia, comercio o industria para calcular la cantidad de paneles solares a colocar en el espacio con el que se cuente, (preferiblemente en el techo de la casa o azotea). También pueden ubicarse en lugares cercanos, de ser necesario.
La orientación de la vivienda es otra de las premisas a evaluar, así como la cantidad de luz solar que según la zona y el clima, reciba la residencia. “Mientras más perpendicularmente llegue el rayo del sol al panel, será mejor y se va a generar más energía. En Panamá, lo ideal es que el panel sea instalado con 8 grados de inclinación mirando hacia el sur, pero no se puede hacer en todos los casos. Hay que ajustarse a la forma del techo. Muchas personas sacrifican la ubicación de las láminas por estética y esto se traduce en menor producción de energía solar”, explica el ex presidente de la CAPES.
Desafíos, riesgos y garantía
Aunque los paneles solares son generalmente seguros y confiables, existen algunos riesgos potenciales. Es importante escoger un buen proveedor, así como estudiar la reputación del fabricante de la lámina fotovoltaica, su calidad e incluso la de las piezas que se utilizan para hacer las conexiones. Recordemos que se trata de una instalación eléctrica y lo que cambia es el origen de esa electricidad. Por ser estructuras que se encuentran a la intemperie, es necesario cuidar cada detalle.
La compañía contratada debe ofrecer monitoreo constante y dar mantenimiento al producto cada cierto tiempo, para para verificar que no haya deterioro que provoque o amplifique cualquier falla.
Federico Fernández advierte que los riesgos de instalar paneles solares no son mayores a los inherentes a cualquier red eléctrica. “El riesgo de un incendio en un sistema fotovoltaico es menor al 1%. De darse, las causas están relacionadas con mal diseño o baja calidad de los equipos y piezas utilizados. Esto puede traducirse en un fallo eléctrico. También puede haber un excelente diseño, pero una mala instalación que no siguió las indicaciones de los planos. El tercer componente de riesgo es que la pieza en sí misma falle, por tratarse de equipos electrónicos o de alguna de las piezas conectoras que pueden venir con defectos de fabricación; y el último componente es lo que llaman un evento sobrevenido, atribuible a cualquier situación impredecible o repentina, que puede ser ambiental o del entorno.
Al generarse una chispa por alguno de las causas señaladas anteriormente, el peligro es que, como en cualquier incendio, se propague y se convierta en un siniestro. El sistema, monitoreado por el proveedor supervisa cualquier falla, avisa y actúa para evitar daños mayores. Todo debe estar instalado bajo estándares de seguridad. El inversor cuenta con una tarjeta que monitorea constantemente el flujo eléctrico y detecta anomalías. De haberlas, se dispara el protector automático de y se activa una alarma. El sistema está diseñado para cortar la corriente. Pero pese a todos los dispositivos de seguridad, si se generó una chispa cerca de algún mecanismo capaz de propagarla, podría convertirse en un incendio”.