Texto: Hospital Paitilla
El tratamiento del cáncer de mama involucra en muchos casos la radioterapia. Su rol como componente dentro del esquema completo de atención al paciente es fundamental y realmente beneficioso en la lucha contra la enfermedad.
De este tema habló Natalia Carballo, médico-jefa del servicio de radioterapia de MD Anderson Cáncer Center de Madrid. “Los radio oncólogos buscan que el paciente tenga un mejor pronóstico y una mejor calidad de vida, por lo que un tratamiento con radiación es recomendado para lograrlo”.
Carballo explica que la radioterapia ha evolucionado a través de los años. En los 70s y 80s la herramienta principal era la bomba de cobalto y el área de aplicación se definía por estimaciones visuales del médico (esquema 2D). Sin embargo, a lo largo de los años, se fue descubriendo qué zonas u órganos cercanos al área irradiada recibían igualmente los rayos y se podían presentar efectos secundarios en ellos.
En el caso de la radiación a la mama izquierda, el corazón resulta irradiado, dado que no todas las formas y espacios anatómicos son iguales, ni el tamaño del corazón, en muchos casos este órgano se veía sometido a la radiación dirigida a la mama en áreas importantes de su superficie.
Luego se pudo contar con una mejor visión gracias al examen del TAC, con el que el médico puede tener una referencia 3D que le permite delinear mejor el área y reducir así la afectación al corazón. “Dentro de las enfermedades coronarias causadas por radioterapia tenemos trastornos de ritmo cardíaco, infarto, infarto silente, cardiopatías, estenosis, fibrosis. Estas condiciones pueden presentarse hasta 25 o 30 años después de haber recibido el tratamiento y haber sido agravadas por hábitos de vida que hacen daño al corazón”. Gracias a los avances tecnológicos se ha reducido la exposición de otros órganos o tejidos ajenos al área del tratamiento, tanto en la radiación de mama como de otros órganos.
Los avances en la imagenología a nivel general permiten actualmente administrar la radiación de forma más precisa, con una mejor definición de la posición del tumor, su tamaño y forma antes y durante el tratamiento. Además, es posible aplicar dosis mayores directamente al tumor, evitando exponer al área que lo rodea.
Lamentablemente el cáncer de mama sigue ocupando el primer lugar en incidencia en nuestro país (969 casos en 2019 que representan el 34% de los casos de cáncer en mujeres) y, por el aumento de la incidencia, la supervivencia ha disminuido. Este comportamiento es a nivel mundial, donde se estima que 1 de 4 mujeres está en riesgo de padecerlo en algún momento de su vida.
Por ello la detección temprana hace la diferencia en un mejor pronóstico de vida, por lo que es fundamental realizarse la mamografía, ultrasonido de mamas o el examen que recomiende su médico de forma periódica. Y, si ya se detecta enfermedad, la radioterapia oncológica sigue siendo un pilar en su tratamiento, combinado con otras terapias.