En estos días de verano el Sol sigue siendo el protagonista; por lo que se hace necesario tomar medidas preventivas para cuidar la piel, aun en los días nublados.
Las quemaduras solares provocan un, aparentemente inofensivo, enrojecimiento de la piel (eritema) y sensibilidad que en principio, solo afectan las primeras capas dérmicas. Sin embargo; las exposiciones más prolongadas y directas como por ejemplo, cuando se juega, se practica algún deporte o nos extendemos de punta a punta y en vestidos de baño bajo el Sol, son más intensas y pueden producir daño en las capas más profundas, causando ampollas, edemas y dolor.
Protección obligatoria
Mientras más clara la piel, más susceptibilidad a los efectos solares. La melanina, que es el pigmento que hace que la piel se vuelva más oscura, actúa como una capa protectora de las radiaciones ultravioleta y su producción se incrementa bajo el Sol (por eso el color de la piel se modifica y se torna más oscuro).
La melanina también se ocupa de absorber las radiaciones UV y convertirlas en calor. Es una especie de escudo protector que disminuye los daños sobre los vasos más superficiales de la piel y sobre el propio ADN de las células; pero su poder no es absoluto y es necesario que nos ayudemos con aliados importantes como los bloqueadores solares, camisas fabricadas con telas especiales, sombreros y por supuesto, la prudencia a la hora de exponernos al Sol.
Los protectores solares deben aplicarse directamente sobre la piel para que cumplan su efecto de dispersar la radiación solar. Debemos guiarnos por el nivel de FPS (factor de protección solar) que indica en el envase, para postergar el tan temido envejecimiento causado por los rayos UV en las fibras de elastina, lo cual hace que la piel se vuelva flácida y más frágil.
Prudencia para salvar vidas
El cuerpo tiene la capacidad de regular su temperatura mediante la sudoración. Esa agua que expulsamos al sudar, al evaporarse nos enfría; pero el calor extremo, la humedad y el ejercicio bajo el sol pueden ocasionar síntomas como dolores de cabeza, pulso acelerado, mareo, náuseas y debilidad, armando un cuadro severo de deshidratación. Es por eso importante, tomar mucho líquido y evitar el exceso de actividad física en días muy soleados, que contrarresten la falta de agua y sales minerales en nuestro organismo.
Una insolación también es un problema que puede tornarse grave. Vómitos, y hasta convulsiones pueden comprometer la salud de la persona; por lo que es importante prestarle atención y buscar ayuda médica para lograr bajar la temperatura del cuerpo.
El cáncer de piel es la consecuencia más extrema que puede ser causada por la exposición solar indiscriminada. Los rayos UV provocan alteraciones en la estructura del ADN que podrían desencadenar la aparición de la enfermedad.