En Costa del Este todos conocíamos al P. Benjamín Ayechu. Fueron muchos años viéndolo en la iglesia, siendo testigos de su caminar desde muy tempranas horas de la mañana por las calles de la comunidad (aunque durante los últimos años solo lo hacía dentro de las instalaciones de la Parroquia San Lucas), acompañarlo en sus ya tradicionales carreras familiares, y aplaudiendo los muchos reconocimientos que por su amplia trayectoria, sobre todo en el sector educativo, recibió de parte de diferentes instituciones de las que fue parte importante.
En el mes de abril, el padre Ayechu cumpliría sus 96 años, pero Dios lo llamó antes, la noche de este domingo 13 de enero de 2019, y todos estamos seguros de que él estaba más que listo para irse y ser recibido con las puertas abiertas en el cielo.
Toda una vida de apostolado
Elcóaz, un pequeño pueblo en Navarra, España, lo vio nacer en 1923. Veinte años más tarde fue ordenado sacerdote en el Palacio Episcopal de Bogotá, Colombia; país en el que inició su misión pastoral. Panamá se convirtió en su hogar en 1953, cuando le fue encomendado un nuevo trabajo y fundó así el Colegio San Agustín, ubicado en ese entonces en el Casco Antiguo.
Su trabajo fue muy destacado en el sector educativo del país. Fundó también la Escuela nocturna Fray Bernardino García de la Concepción (uno de los primeros centros para adultos en Panamá); y en 1961 inició el trabajo titánico de buscar el apoyo en todos los sectores para la creación de una universidad católica y privada que 4 años más tarde abriría sus puertas con el nombre de Universidad Santa María La Antigua (USMA) y de la cual fue el primer rector.
Siempre un buen consejo
Todos quienes le conocimos, recibimos en alguna oportunidad sus consejos espirituales. Durante los últimos años, su apostolado se enfocó en llevar siempre palabras de aliento a quienes lo necesitaran, y escuchar las plegarias que se le enviaban a través de las rejillas del confesionario de la Parroquia San Lucas. Se lleva nuestras peticiones y nos deja el camino hacia el perdón.
¡Siempre lo recordaremos!