Texto: Andreína Rodríguez González
El paraíso prometido de las primeras generaciones de una Panamá soberana, comenzó a extenderse a lo largo de la bahía del Pacífico, albergando en ella a una comunidad privilegiada. Así nació Bella Vista.
Ahora, centro financiero de la capital canalera, su arquitectura independentista ha sabido ganarse el respeto década tras década, logrando entremezclarse en un sinfín de estilos y diseños que incluyen los más modernos rascacielos del continente.
Llamada “la cara bonita de Panamá” hace 40 años, arriba a sus 88 primaveras con nuevas promesas de mejoras en sus espacios públicos y contando con una nueva versión de su céntrico parque Urracá y una vía España que se acomodó al peatón.
Bella Vista Soñada
El corregimiento de Bella Vista sopla sus 88 velitas deseando continuar el rescate de sus espacios públicos y recuperar la paz para sus residentes.
Además de nuevas instalaciones, también hace falta “crear ambiente deportivo”, opina Chalo González, director de deportes del corregimiento, quien celebra la colocación de pantallas para que la ciudadanía disfrute de este “sueño hecho realidad” que es ver a Panamá disputar su primer mundial.
“Una Bella Vista soñada deportivamente tendría un Gimnasio Auditorium, que tanta falta nos hace; una piscina, un cuadro de fútbol once y que todas las canchas abiertas tengan su techo, para que las actividades continúen los 365 días del año, manteniendo un corregimiento totalmente activo deportivamente hablando”, detalló.
Pintarse color esperanza
“A Bella Vista la sueño más verde, más accesible y más humana. Que conserve y restaure su valioso legado arquitectónico.”, anhela Luis Alfaro, arquitecto y residente del corregimiento, quien sostiene que “desarrollo con conservación es posible, y es la mejor opción para un barrio con estas características”.
Esta misma óptica la comparte Anel del Busto, vecino y activista procultura peatonal, quien evoca una Bella Vista “donde el peatón pueda caminar en aceras amplias, limpias, seguras y bajo frondosos árboles. Me la imagino amigable para todos”.
Siembra de arte
Bajo esta misma premisa, Lyann Leguísamo, directora del proyecto Open Arts, comparte esta perspectiva idealizando un corregimiento convertido en “clúster de la economía cultural”.
“Me imagino una Bella Vista hecha para los peatones, donde se pueda caminar y disfrutar de los árboles. También donde funcionen los teatros, librerías, cafés, boutiques de diseñadores locales, anfiteatros públicos, galerías, coworkings y ateliers de artistas de distintas disciplinas”, expresa.
Coordinando esfuerzos
Para Ricardo Domínguez, edil del corregimiento, el enfoque es otro. Desde su despacho los temas deben ser abordados desde un punto de vista equilibrado, tratando de ofrecer espacios para el desarrollo, pero preservando la paz residencial.
“Una Bella Vista soñada es aquella en la que nos pongamos de acuerdo para solventar los problemas, como la canalización de drenajes”, dice. Así mismo, control de ruidos, manejo de desechos, fiscalización de aceras y seguridad son otros temas que necesitan monitoreo permanente para lograr un corregimiento de ensueño.
Paralelamente, Domínguez ha iniciado una nueva campaña de consultas para que este año sean los vecinos de Obarrio quienes propongan los proyectos a futuro para su comunidad. “Queremos que Bella Vista no solo siga soñando sino cumpliendo esos sueños”.