Vielka Brown, habitante de Carrasquilla junto a otros vecinos, denunció que cada día, desde las 6:00 de la mañana hasta las 7:00 de la noche, los ruidos de martillos, gritos y sierras no le permiten tener tranquilidad.
Aunado a este hecho, la fragilidad del material de los techos, en su mayoría de zinc, los hace aún más vulnerables a resistir la caída de elementos de una obra que ya supera los 12 pisos.
“Algunos techos ya parecen un colador; en una ocasión anterior un objeto tipo barra cayó sobre el tejado de la casa 307, mientras su propietario estaba sentado en el porche; afortunadamente, del incidente no resultaron heridos, pero sí perforó el techo y resquebrajó parte de la columna de la fachada, actualmente reparadas por la constructora, mientras extendían disculpas y compromisos de mejorar seguridad para los residentes», relata la Brown.
El proyecto en construcción junto a estas residencias, que no llegan a una veintena, es un edificio compuesto por dos torres de 22 pisos, cada una ubicadas al margen del Parque Omar y aunque posee mallas de protección, su altura no evita que los desechos de los niveles superiores caigan a las demás propiedades y peor, a un pequeño jardín central con banquetas y juegos, donde la comunidad suele reunirse.
El vecindario ha conversado con los encargados de la obra. Consecuentemente han respondido a todas sus solicitudes, pero lo que ocurre es que los obreros no colaboran y hace su trabajo sin cuidado. Por eso exigen que las autoridades vigilen permanentemente a fin de evitar un mayor riesgo.