“A veces caminando por la calle, alguien me saluda con mucho cariño y me recuerda que nos conocemos, no de la sinagoga sino de la Iglesia”… Así es el rabino Gustavo Kraselnik; amable, simpático y fiel creyente de la paz. Junto al padre Miguel Ángel Ciaurriz, de la parroquia San Lucas de Costa del Este, ha acortado distancias religiosas entre judíos y cristianos; quienes al menos en nuestra comunidad, se han reunido bajo el mismo techo sagrado, en uno u otro templo, bajo la premisa de que no importa el camino que cada uno tome si el objetivo es el mismo: la paz, el amor y la sana convivencia.
Un firme objetivo
Kraselnik era apenas un adolescente de 13 años cuando en su mente lo asaltó la idea de que sería rabino. No era el pensamiento más frecuente en jovencitos de su edad; sin embargo, él ya estaba claro y no descansaría hasta lograrlo. Así fue…
“Todos pensaban que se me iba a pasar, que era una locura temporal; pero en mi vida pasaban cosas que me convencían de que ése era mi destino: fui testigo de un movimiento de renovación del judaísmo en Argentina, mi tierra natal. Vi que la experiencia religiosa sinagogal podría ser interesante e inspiradora a través de la incorporación de la música, un sermón con profundidad y celebraciones familiares. Un estudiante rabínico (que más tarde se convertiría en mi cuñado al casarse con mi hermana) ejerció una enorme influencia en mí; y convencido de que esa era mi vocación, inicié mi carrera universitaria en Ciencias Económicas, y también mis estudios pre rabínicos”.
Para el futuro líder espiritual la vida avanzaba a pasos agigantados y él trataba de alcanzarla. A mitad de su carrera conoció a Ruth, su esposa. “Nos casamos y viajamos a Israel, donde terminé mi rabinato. Poco después llegó el momento de decidir nuestra próxima parada; el lugar en el cual pondríamos en práctica todo lo aprendido”.
Su brújula ahora apuntaba hacia El Salvador y ambos aceptaron el reto. “Nos gusta esa dinámica que permite hacer de todo, en lugares donde no hay grandes estructuras. Trabajamos en una comunidad que estaba reconstruyéndose después de la Guerra civil y luego de 5 años, nuestro crecimiento personal y profesional ya había llegado a su tope máximo». Panamá sería el nuevo destino.
Un mosaico de oportunidades
Corría el año 2002 y Gustavo Kraselnik, fue invitado a convertirse en el líder espiritual de la Congregación Kol Shearith Israel, la más antigua de Panamá (con sede en Bella Vista). La sinagoga exigía más espacio físico y oportunamente recibieron el ofrecimiento de Don Alberto Motta, su familia y los promotores de Costa del Este, quienes donaron el terreno donde yace actualmente el templo.
¿Cuáles han sido sus principales logros como rabino de KSI?
–En marzo próximo cumplo 15 años liderando KSI; y siento que aquí puedo seguir creciendo, no tengo techo. Soy el primer rabino cuya lengua materna es el español. Anteriormente, todos eran estadounidenses y los servicios religiosos en inglés. También tenían una orientación mucho más liberal que la mía. Hemos tenido muchos desafíos para darle a nuestra sinagoga mayor proyección en el tiempo y asumir riesgos y procesos de crecimiento. Participar en la inauguración del Canal, junto a otros líderes religiosos fue un hecho muy importante. Otro aspecto digno de mencionar fue el que las honras fúnebres un ex Presidente de la República –Eric Arturo Delvalle-, fueran en nuestra sinagoga; (Panamá es el único país del mundo, aparte de Israel, que ha tenido un Jefe de Estado judío). El evento denominado “Panamá es un mosaico de oportunidades” fue un espacio de debate muy interesante que deseamos repetir, y es necesario para nosotros afianzar a nuestra sinagoga como un espacio vital, con propuestas que abarcan la totalidad de la vida judía, desde una percepción acorde a nuestras convicciones, un judaísmo integrado a la vida social y que sea un reflejo del siglo XXI.
¿Diálogo interreligioso?
Nuestra integración con la Iglesia representa un quiebre de paradigma. La historia supone que por tradición debemos ser dos estamentos separados; pero una vez que superamos esa etapa, todo ha fluido positivamente. Queremos reforzar el trabajo con la parroquia San Lucas y replicar el modelo en otros sectores del país, trabajar más esa empatía que se ha convertido en simpatía y afecto. Es necesario consolidar el diálogo interreligioso y trabajar también en función de que los visos de xenofobia que se manifiestan en la actualidad, no prosperen. Todos debemos caminar unidos en favor de la diversidad y tenemos la responsabilidad de levantar nuestras voces en estos tiempos difíciles para los extranjeros.
¿Cuáles son sus retos para el 2017?
Espero publicar un libro de comentarios de la porción de La Torá que se lee cada semana; consolidar ciertos procesos internos de integración y publicar junto al padre Miguel Ángel, un compendio de todas las columnas que hemos escrito para Costa del Este News.