Los servicios de inteligencia de Estados Unidos abonaron el terreno para la visita de su presidente, Barack Obama quien llega a Panamá por primera vez en siete años.
Además de los riesgos regulares que implica para Obama una gira fuera de casa, la cumbre de Panamá supondrá un acercamiento inédito entre Estados Unidos y los líderes de dos de sus antagonistas históricos, Cuba y Venezuela. En el último caso, el país ha sido catalogado recientemente por el gobierno estadounidense como ‘un peligro’.
Entre dientes, los hospitales privados han confirmado que personal del Servicio Secreto estadounidense ha revisado sus instalaciones; mientras, en el aeropuerto de Tocumen, los estamentos de seguridad establecieron controles ‘adicionales’ para los pasajeros (el Gobierno ha recibido también información de inteligencia de la Interpol sobre perfiles ‘riesgosos’).
En carretera, sin embargo, Obama dispondrá de paso expedito y solitario por el Corredor Sur. Rogelio Donadío, viceministro de Seguridad, explicó que, cuando se necesite, impedirán la entrada a la autovía y esperarán a que los vehículos que estén en tránsito salgan, para que pasen los pocos líderes que lleguen por Tocumen. Y esto, en ambos sentidos.
EEUU, EL PREMIER
Un grupo de helicópteros llegó el lunes al aeropuerto de Panamá-Pacífico, cercano al hotel de Playa Bonita, en cuyo patio hay una mansión que, según fuentes oficiales, alquila el gobierno de Estados Unidos. Allí pernoctó, a finales de 2013, el vicepresidente Joe Biden, durante una visita en la que se citó con los entonces candidatos presidenciales José Domingo Arias, Juan Carlos Navarro y Juan Carlos Varela.
Paralelo a la llegada progresiva del bloque aéreo y terrestre de avanzada para Obama, la policía panameña desarrolló un simulacro de rescate de rehenes en Cerro Tigre, una antigua base armada.
Colombia y Chile han apoyado a Panamá en el entrenamiento de sus agentes para la cumbre, y, en cierta medida, también Estados Unidos. Pero en términos generales, el gobierno habla poco sobre el asunto.
‘Todos, desde el país más grande al más chico, han visto y han aceptado el nivel de preparación que tiene Panamá… En esta cumbre de la equidad y prosperidad, todos los presidentes tienen igual valor’.
La Embajada de Estados Unidos en Panamá no confirmó cómo manejará la seguridad de su presidente aunque remitió a información pública. En una reciente visita a México, Obama se movilizó con una serie de anillos de control conocidos como ‘burbujas de protección’. El más próximo, de seis agentes de élite del Servicio Secreto, evita que el mandatario de EEUU tenga percances en los tumultos de gente. Los dos agentes que van al frente vigilan las manos de las personas que se mantienen cerca del líder; otros dos cuidan a los costados, y, los dos restantes, la retaguardia.
EL RESTO DE LA BURBUJA
El segundo anillo, más lejano, custodia con drones y binoculares de alta capacidad. Más allá están los francotiradores, apostados en los edificios cercanos. En el caso de Panamá, el gobierno confirmó que habrá un tratamiento especial en todos los balcones con ángulo de tiro hacia el Centro de Convenciones Atlapa, donde se celebrarán las plenarias de la cumbre, y donde, de hecho, no se permitirá el uso de drones a los medios.
Obama suele confundir. Su camioneta es replicada hasta 27 veces en los convoy de seguridad con los que viaja. En ella, tiene conexión satelital con las bases del FBI y del propio Servicio Secreto. La Cadillac One —que llegó en un Boeing de la Fuerza Aérea de Estados Unidos antes que su pasajero estrella, — está blindada contra pinchazos, aunque si algo ocurriera, habría medio centenar de agentes que lo ‘rescatarían’ en camionetas de la marina de su país.
El punto de cohesión entre la seguridad del presidente de Estados Unidos y la panameña estará en la élite del Sistema de Protección Institucional (SPI), que se encargará también de los mandatarios que vendrán desprovistos de defensa. Aunque principalmente para Obama, el premier.
Cadillac One, «La Bestia»
Tiene capacidad para resistir una bomba o un ataque químico. Sus llantas, aún desinfladas, pueden rodar hasta 100 kilómetros a 96 km/h; sus vidrios, de cinco pulgadas, impiden que la luz solar llegue a su interior. El Cadillac One, la limusina construida por General Motors para el presidente Barack Obama en 2009 a un costo de $1.5 millón, es un auto de guerra vestido de lujo.
Desde la década de los 30, es costumbre en Estados Unidos que el presidente tenga el suyo propio. El de Obama ha sido ensamblado con aleaciones de titanio, aluminio, cerámica y acero. El tanque, de 6.5 litros de diésel, es impenetrable, pero su chasis contiene sistemas de activación de armamento y cañones de gas. En su interior, lleva pintas de sangre de Obama y tanques de oxígeno. El presidente viaja aislado; tiene un botón de pánico, una computadora portátil con internet inalámbrico y comunicación directa con el Servicio Secreto, el FBI y la oficina de su vice, Joe Biden. Su piloto está entrenado para maniobrar hasta en 180 grados. La limusina tiene 45 réplicas.
Air Force One, la ‘Casa Blanca’ del aire
El Air Force One o ‘la Casa Blanca aérea’, como bien podría llamarse el avión que transporta al presidente Barack Obama, es una de las aeronaves más sofisticadas fabricadas hasta el momento.
Sus 70 metros de longitud y 19 de altura albergan oficinas privadas, salas de reuniones, cocina y hasta una suite exclusiva para el mandatario. El avión, modelo Boeing 747-200B, ha sido diseñado para convertirse en el centro del gobierno estadounidense en cualquier parte del mundo.
Con el avión presidencial, el mandatario de los Estados Unidos podría recorrer la mitad del planeta sin necesidad de reabastecer su tanque de combustible, que tiene capacidad para 200 mil litros de gasolina.
La aeronave está reforzada en cada una de sus partes. Una coraza protege la estructura exterior contra cualquier ataque nuclear; además, posee bloqueo de radares y misiles enemigos a través de láser y destellos que permiten desviar o neutralizar cualquier posible ataque.