Edmundo Pérez tiene 73 años, es ebanista de profesión y oriundo de Perú. Adversidades en su tierra lo obligaron a desempeñar el comercio informal en suelo panameño por lo que todas las mañanas estaciona su bicicleta cerca de vía España para ofrecer a transeúntes y conductores chichas de piña y naranja. No obstante, su sustento podría estar comprometido ya que a partir del mes de marzo la corregiduría podría iniciar una ronda de inspecciones que garanticen el cumplimiento de las normativas para el ejercicio de la actividad informal en Bella Vista.
Como Pérez hay decenas de personas que se dedican a estas prácticas a lo largo de la zona financiera y es que la gran afluencia de turistas y de trabajadores garantizan al menos el ingreso de 12 a 15 dólares diarios a costa del expendio, no sólo de refrescantes bebidas sino también de hot dogs, hamburguesas, empanadas, churros, raspados y hasta ensaladas de frutas.
Este oficio, exclusivo para los nacionales, que cuenten con permiso otorgado por la Junta Comunal, no es del agrado de algunos vecinos, quienes comentan que el sucio y desorden dejado luego de la faena diaria, ha obligado a las administraciones de los edificios a triplicar el personal dedicado a la limpieza, así como al Instituto de Aseo Urbano. “Esta actividad hay que regularla y organizarla porque afecta demasiado a la ciudad y a los vecinos, especialmente”, dice con evidente enojo Víctor Arauz, habitante de El Cangrejo.
Al margen de la ley
La economía informal, lejos de detenerse, parece diseminarse por todo el corregimiento aun cuando desde la Junta Comunal no se haya emitido desde hace cinco años ni un solo aval que la permita.
Ricardo Domínguez, representante de Bella Vista, explica que, aun cuando corresponde a la corregiduría y al municipio de Panamá realizar las labores de fiscalización, su despacho desea poder organizarlos y reubicarlos siempre y cuando cumplan con permiso de salud, pago de impuestos y reglamento de convivencia ciudadana. Por el momento las actividades de inspección iniciarán con un primer llamado de advertencia, una multa en caso de ser reincidente y finalmente el decomiso del equipo de trabajo en caso de repetirse la falta.