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Sanciones de hasta 3 mil dólares para ruidosos

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Foto: Mariana Cordero Alcalá

Cierre los ojos un minuto y escuche el sonido de la ciudad. La bocina incesante de un conductor frenético, el chillido del taladro que perfora el suelo, los cientos de motores que rugen al unísono en el tranque capitalino, el comercio cercano cuyos visitantes extienden su algarabía fuera de los límites y el vecino inescrupuloso que no respeta el descanso ajeno, ábralos de nuevo, si usted ha vivido alguna de estas experiencias, ha sido víctima de la contaminación sonora que aqueja a la ciudad y muy especialmente a San Francisco.

Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) advierten que el oído humano tiene capacidad para aceptar sonidos que no superen los 65 decibeles, sin embargo, la dinámica citadina arroja una cifra alarmante, en la ciudad de Panamá hay lugares y horas en las que el ruido supera los 88 decibeles, según explica la otorrinolaringóloga Stella Rowley, de la Fundación Oír es Vivir, tomando en cuenta los resultados de estudios que han realizado investigadores de la Universidad de Panamá.

Por otra parte, estudiantes de la Universidad Latina de Panamá, revelaron que el Aeropuerto Internacional de Tocúmen, registra la mayor contaminación acústica, seguido del cruce de San Miguelito y Albrook, los tres con 79 dB, 14 puntos más de lo permitido según la ley.

Foto: Cortesía
Foto: Cortesía

Hay normas y sanciones

En el año 2013, se activó el Decreto 4113  del 26 de junio de 2006, que dicta nuevas disposiciones para regular la emisión de ruido en la ciudad de Panamá y contempla sanciones administrativas que van desde 500 a 3 mil balboas.

Por consiguiente, el corregidor de San Francisco, Elías Arosemena, explica que desde las 6 de la mañana hasta las 6 de la tarde son aceptables emisiones de hasta 75 dB y que luego de esa hora no podrán superar los 55 dB. Sin embargo, en áreas como Paitilla, el sonógrafo, con el que cuenta su despacho, ha podido captar muestras de 70 y 75 dB provenientes de las construcciones.

La autoridad declara que es deber de la corregiduría imponer la amonestación. “Entiendo el malestar que genera el ruido, nosotros podemos imponer sanciones de hasta 6 mil dólares para los reincidentes, pero aquí el Ministerio de Salud tiene un rol importante que no ha jugado, ellos pueden hacerse de una orden para clausurar la actividad que causa el ruido, no lo han hecho y no sé por qué”, cuestiona Arosemena.

Otro escenario similar al anterior, son las fiestas que se realizan sin permiso y las actividades comerciales que interfieren con el descanso de los vecinos, en ambos casos la corregiduría nocturna tiene facultad para sancionar a los responsables con 500 balboas y en el segundo se puede ejecutar el cierre del mismo con apoyo del Ministerio de Comercio e Industria.

Hablan los vecinos

Gonzalo De La Guardia: “El ruido del taladro de roca generado en algunas construcciones de la calle Winston Churchill nos afecta mentalmente ya que no es posible descansar, esta situación, que ya tiene 25 meses, afecta a niños y adultos mayores que están expuestos a esto durante todo el día. Para solucionarlo deben aplicarse las normas y la fiscalización por parte de las autoridades”.

Giovanna Pace: Yo vivo en la calle 72, si voy a la sala de mi apartamento escucho la fiesta, la música y los gritos provenientes del edificio de atrás ubicado en la calle 71, estoy aterrada de que llegue el viernes y empiece el jolgorio porque no es justo para mí, ni para los vecinos, todos tenemos derecho a descansar. Para mejorar esta situación nos gustaría que las autoridades se involucraran más; antes este lugar era sumamente tranquilo, por aquí no pasaba ni una mosca.

Catia Rojas Toro: En Coco del Mar una de las áreas más afectadas es la calle Esther Neira de Calvo, a la izquierda de la vía se construyen dos monstruosos edificios con todas las implicaciones de ruido posible: martilleo, vaciado de cemento desde grandes alturas, arrastrado de materiales, gritos y silbidos todo el día de los trabajadores y el estruendo de grandes camiones entrando por una sencilla calle residencial. Para resolver esta situación hay que hacer cumplir la ley.