Faltan apenas tres días para el estreno en muchos países de la película Hands Of Stones, que cuenta la vida de Roberto Mano e´ Piedra Durán, donde actúan Ellen Barkin, John Turturro, Rubén Blades, Usher, Óscar Jaenada y Ana de Armas. También Robert De Niro, quien interpreta a Ray Arcel, el entrenador de Durán. A propósito de este acontecimiento, Alpha Grupo Editorial conversó con su protagonista, el venezolano Edgar Ramírez
«Panamá es una tierra que quiero, a través de la experiencia de haber hecho Manos de Piedra aprendí a respetarla», inició la conversación Ramírez.
¿Cómo defines tu experiencia con este protagónico?
Cómo actor latinoamericano, para mi es un orgullo llevar a la pantalla lo que es Roberto Durán, no sólo como un gran deportista, es también lo que aglutina desde el punto de vista de la identidad panameña. Él es un hombre bueno, nacido en un país que por las características históricas de cómo se conformó siempre ha luchado por establecer y dejar clara su identidad.
Haber podido representar un personaje que aglutinó al panameño más privilegiado, al menos privilegiado a blancos y negros… todos en una vida, es un orgullo.
Ya llevas dos experiencias con De Niro, ¿Cómo ha marcado tu carrera esto?
Trabajar junto a Robert De Niro en «Hands of Stone» y en «Joy» fue maravilloso. Imagina tener al ´toro salvaje´ en la esquina como tu entrenador; va más allá del privilegio y me quedo corto en la descripción de lo que significó para mí trabajar con él de forma tan íntima y ser receptáculo de su enorme generosidad, tanto humana como profesional.
La vida eterna tiene que ver con esa curiosidad y deseo de descubrir constantemente. Él es un hombre de 70 años abierto, curioso y ávido de experimentar como cualquier chico que está comenzando. Fue maravilloso exponerme a esa energía.
“Ser el responsable de recrear parte de la historia de Roberto Durán es un honor que vivirá en mi para el resto de mi vida; ojalá que Panamá disfrute de este gran esfuerzo hecho por todo el enorme equipo”.
Prolífera luminaria
También dedica su talento y experiencia a producir la obra cinematográfica «Desde allá», dirigida por el también venezolano Lorenzo Vigas y protagonizada por Luis Silva quien además apunta a lograr el galardón Marcello Mastroianni cómo mejor actor nuevo.
Edgar Ramírez mantiene una agenda muy abultada de trabajo. No se ha detenido ni un instante desde su personaje El Chacal. Ya lleva más de una decena de películas en Hollywood, entre éstas Líbranos del Mal, The Counselor, Zero Dark Thirty, Libertador, Joy, donde protagonizó junto a Jennifer Lawrence y este año se estrenará Hand of Stones del cineasta venezolano Jonathan Jakubowicz. También se ha destacado en Point Break.
POSTAL DE UN ACTOR
Por Leonardo Padrón
Se llama Edgar y, sin saberlo, se enamoró de ventanas que siempre tuvo que abandonar. Sin querer, se aprendió nombres de calles que lo vieron dormir pocas veces. Sin ambicionarlo, su pasaporte se convirtió en su mayor certeza. Eso fue su infancia. Ahora, ya adulto, con plena conciencia de sus pasos, ha decidido – una vez más- convertir su vida en un incansable aeropuerto. Edgar es un nómada del siglo XXI. Así también se les puede llamar a los artistas de talante internacional. Edgar tiene un apellido común y un oficio singular. Se apellida Ramírez y lo sabemos actor. Edgar es Hollywood y San Cristóbal en la misma sonrisa. Es Cacique, Cyrano, Choco, Paz, El Chacal, Mano e´Piedra Durán, El Libertador y cien nombres más que esperan por su rostro. Pero sobretodo, es un temperamento, un destino en forja, un proyectil disparado hacia un cielo insospechable. Ha bebido, hasta el fondo, un coctel lleno de talento, carisma, suerte y habilidad para colocar cada ladrillo de su carrera. Edgar Ramírez es el actor venezolano que de forma más rápida y contundente ha cruzado la frontera hacia el resto del mundo. Ya se le ha visto en el set de directores como Tony Scott, Peter Travis o Paul Greengrass. Ha codeado su respiración con actores del calibre de William Hurt, Matt Damon, Robert Deniro o Sigourney Weaver. La fama no ha dejado de besarlo desde el primer día que se encontraron. Hollywood quiere que sea uno de los suyos. El cine latinoamericano también lo reclama como propio. Pero hay serias sospechas de que él sigue allí, en el temblor mayúsculo del actor, vigilando su propia sombra, para convertirse en uno mejor que el del día anterior. Edgar Ramírez ha decidido honrar la sangre mutante del actor. Y desde entonces, no han parado los aplausos. Desde entonces, la habitación del éxito le ofrece hospedaje permanente. Le ofrece su mejor ventana. Y él camina hacia ella, desde ese inmenso aeropuerto que es su vida.
Un actor sin etiquetas
Definitivamente tu vida es un pasaporte en el horizonte. Ahora es a conciencia porque estás forjando tu carrera como actor en todos los destinos posibles, pero quizás mucha gente no sabe cuál era la circunstancia familiar que hizo que tu infancia te otorgara esa condición de nómada.
Mi padre fue militar y trabajó en varias oportunidades como attaché militar, como agregado militar, y también estudió dentro del mundo militar cursos de Estado Mayor y este tipo de preparaciones en otras partes fuera de mi país, fuera de Venezuela. Igual, como militar dentro de Venezuela nos mudábamos constantemente. Entonces tres años de escolaridad entre la primaria y la secundaria yo los habré hecho en 15 colegios distintos fuera y dentro del país.
Tenías trazado otro destino en tu vida: querías dedicarte a la diplomacia, a las Relaciones Internacionales.
Sí.
¿Y qué te torció el rumbo?
Con el tiempo me he dado cuenta que al parecer hay muchos actores que han tenido una vida así, muy nómada. Quizás tenga que ver con desarrollar la capacidad de adaptación y con jugar diferentes roles dependiendo del lugar donde estés y las condiciones. Para mí fue una cosa muy orgánica. Yo siempre me sentí muy atraído por viajar, por nuevas culturas, por nuevas experiencias y me sentí muy atraído por el mundo de las artes, de la actuación y del cine. Lo que pasa es que también me gusta mucho la academia.
¿Cuándo fue el momento en que estuviste en el primer set de rodaje?
En la universidad pero detrás de cámaras. Yo siempre me involucré mucho en la producción de cortometrajes y además que también eran asignaciones que teníamos por la universidad.
Muchos se asombran de lo inmensamente rápido que hiciste el crossover. Hay actores que han intentado hacerlo durante años, que se mudan con la familia entera para Los Angeles, buscan una cantidad inmensa de agentes, contactos y no terminan de lograrlo. ¿Cómo lo lograste tú tan rápido?
Yo siempre creí que era posible. Pero no llegar a Hollywood necesariamente, sino que era posible hacer cine en mi país y ser un actor venezolano con una carrera cinematográfica. Cuando miraba el cine de los años setenta de mi país y veía a actores como Orlando Urdaneta, Miguel Ángel Landa, que tenían carrera cinematográfica, yo decía “si ellos la tuvieron, ¿por qué yo no la puedo tener? ¿Por qué un actor en América Latina no puede decidir ser un formato, por qué no puede decidir un medio de expresión?”. Igual yo considero que los actores somos actores. Yo no creo en etiquetas como actor de cine, actor de televisión, actor de teatro, yo creo que al final son diferentes campos de expresión.
¿Volverías a hacer una telenovela?
Yo podría hacer una telenovela, y si es contigo, ¡mejor! Eres la persona que me convocó para hacer la telenovela. Lo que sí creo es que hay muchas cosas que siempre deseé que se me están cumpliendo. Hay gente que respeto que luego descubro que me respeta, que saben de mi trabajo.
A estas alturas te sigues asombrando cuando estás frente a una luminaria.
¿Yo? Totalmente. Me sigo asombrando igualito. Una de las cosas más hermosas que me ha pasado es haber llegado al set de filmación de una de mis películas y que William Hurt parara el ensayo y me diera la bienvenida al set, porque iba a comenzar yo, iba a intervenir yo dentro de la escena. Entonces, como el caballero que es, agarró y dijo “llega un actor nuevo”, me presentó a los demás actores y me recibió en el set y yo obviamente disimulé pero iba nerviosísimo. Tomarme un trago con Helen Mirren y Taylor Hackford en su casa, leyendo el guión de su próxima película, así con Hellen enfrente, con la ganadora del Oscar, y ves de tú a tú el Oscar, es increíble.
Actor de carne y hueso
¿Eres bueno llorando?
¿En la vida real o cuando actúo?
Ambas.
Soy muy llorón, sí.
¿Qué te vuela los tapones?
La soberbia. Me parece el peor pecado intelectual. No lo tolero. La malcriadez la tolero muy poco.
¿A quién le cuentas tus secretos más oscuros?
Los más oscuros, a nadie. Siempre tienes que guardarte algo para ti. Nunca cuentas todo.
¿Tú eres capaz de confesarme algo ahorita?
Sí, que ojalá no me mandes a quitarme los zapatos.
¡¿Por qué?!
Porque hoy salí muy rápido de mi casa y me puse un par de medias y me di cuenta hace rato que tengo un hueco en una.
¿Cómo manejas la distancia con esos afectos? Que además se siente que están absolutamente vivos y cultivados.
Nosotros somos una familia que viajó mucho, pero siempre viajamos juntos y eso obviamente hacía que los lazos fueran más fuertes, porque éramos nosotros contra el nuevo ambiente. Sobre todo mi hermana y yo que siempre íbamos a un colegio nuevo los dos juntos, otra vez los nuevos. Trato en la medida de lo posible de llevármelos adonde voy, si voy a un rodaje o voy a hacer promoción me llevo a mis viejos, a mi hermana, a mi sobrino todavía no, pero sí trato de mantenerme muy cercano a ellos. Sí hay como una cuestión energética, me carga mucho las pilas estar cerca de ellos.
Hollywood desde adentro
Lo que llaman la gente de a pie, la gente normal, anónima, le gustaría tener la posibilidad de sentarse a tomar un café con una estrella y decirle: échame los cuentos de Hollywood.
Hay muchas experiencias que me han impresionado como la premier de Bourne en Alemania, en Berlín, fue impresionante porque se había corrido la noticia el día anterior de que yo hablaba alemán, entonces el animador me entrevistó en alemán, en una pantalla gigante y los fans gritaban en alemán. Fue muy conmovedor que ellos sintieran que era muy exótico y a la vez cercano un actor venezolano que hace películas en Estados Unidos y que además habla alemán.
La certeza y los miedos
Quentin Tarantino dice: “Yo no estudié cine, yo vi cine”. ¿Cuál ha sido tu mejor escuela en tu formación como actor?
Filmar. Yo no tengo una educación formal como actor, me he ido formando en el trabajo, en el camino. Un día sentí la urgencia de darle una oportunidad a esa inquietud que tenía de interpretar. Ya yo estaba trabajando en política en esa época, me enteraba de castings, entonces iba, tenía esa doble vida.
¿Hay muchos proyectos a los que les hayas llegado a decir que no, incluso en Hollywood?
Sí, pero no de una manera arrogante, porque de repente hay películas que me gustan y las puedo hacer porque conecto con ellas, a lo que voy es a los personajes con los que no me conecto, y eso es como la piel.
¿Sientes que estando donde estás ya te puedes plantear algo así como decir: “Voy a buscar el Oscar”?
Te voy a decir con toda sinceridad sin que me quede nada por dentro, eso es un estrés, eso es un juego muy peligroso al que yo no me presto. Además, los premios son muy subjetivos. El Oscar, en particular, es una campaña política. El primer premio que me he ganado como actor fue en el Festival de Málaga y juro que no me lo esperaba. Te invitan, la gente te felicita y todo, pero no puedes entrar en el juego de decir: “Este premio me lo voy a ganar, esta película la voy a hacer porque me voy a ganar un Oscar” porque es muy peligroso.Un miedo recurrente.