Por: Daniela Melani | Artículo de opinión
Ya los ciudadanos cumplimos con lo que se nos exigió, ya nos mantuvimos aislados, ya extremamos las medidas recomendadas, ya asumimos nuestra cuota de responsabilidad.
Ahora llegó el momento de dar el siguiente paso. Venció el plazo necesario requerido para organizarse de manera tal, de poder cumplir la meta que es enfrentar la situación real. El confinamiento eterno no es viable; la cuarentena ya no es sostenible.
Sabemos que esconderse y escapar del virus no es la solución, sino aprender a convivir con él, encontrar las herramientas para derrotarlo. El riesgo de contagio no puede eliminarse, más sí minimizarse, y para eso es vital la toma de conciencia, en cierta forma crear una nueva cultura incorporando hábitos incluso inexistentes, adaptarnos y aprender a vivir de otra manera en esta nueva realidad.
Y para eso nadie puede solo, se necesita del apoyo de la sociedad en su conjunto. Estoy segura que la gente prefiere poder salir a trabajar y ganarse el pan, a tener que esperar que le llegue una bolsa de comida o un bono casi como un premio, un regalo.
Y entendemos que se debe analizar la situación de cada comunidad para evaluar y permitir la reapertura de las actividades, pero esto ya no puede esperar, urge ejecutar un plan de acción.
En ese sentido, garanticemos las condiciones para que las áreas públicas y los medios de transporte sean seguros, que se detecten los contagiados y se atiendan oportunamente, que se facilite su aislamiento y se les dé un tratamiento adecuado. Pero en paralelo, que se definan los parámetros para que las empresas se reactiven y vuelvan a generar el trabajo que todos necesitamos, ocupándose de hacer cumplir las medidas de higiene recomendadas y las normas establecidas, entregando insumos si están a su alcance y apoyando la economía pagando sus impuestos.
Para que no colapse el sistema y se pueda así dar la respuesta sanitaria adecuada, es indispensable crear conciencia y para ello se necesita ir más allá de los mensajes virtuales que solo llegan a quienes los saben buscar. El Estado no tiene infinitas manos ni infinitos recursos, apóyense en el sector privado que puede, debe y quiere colaborar.
Hoy más que nunca sigue vigente el lema “juntos lo lograremos” y es sabido que la unión hace la fuerza pero en el concepto de unidad, está implícita la distribución de responsabilidades. De todos depende el logro del objetivo.
El ser humano es sociable
Por su naturaleza y su actuar, el ser humano está ligado a la necesidad, y por más rigurosa que sea la ley no puede ir en contra de estos valores intrínsecos. La persistencia en las restricciones impuestas ha causado que la sociedad haya ido buscado alternativas con los riesgos que esto conlleva....
¿No es mejor encauzarnos todos en un mismo camino viable tomando la misma dirección?
Las autoridades deben demostrar ser sensibles a las necesidades humanas que van más allá de un planteamiento científico, muchas veces abstracto y que le falta empaparse de realidad.
Hoy, para la toma de decisiones, hay muchas otras variables que tomar en cuenta, que involucran la salud mental, el estado emocional y la situación económica, ademas de preocuparse de la mayor o menor propagación posible del virus. Es erróneo pensar que se puede detener el tiempo y paralizar todas las actividades por un lapso prolongado. Ya a este punto, a pesar de que quizás la solución más fácil sea mantener la cuarentena en los mismos términos, es hora de buscar y aplicar alternativas viables a largo plazo, aun cuando los resultados sean menos inmediatos.
Es evidente que hay muchos “héroes” que se sacrifican por nosotros, pero lo que el pueblo hoy necesita es que le den la oportunidad a cada uno de convertirse en uno más de ellos.
El desafío de estos tiempos es darnos la mano sin tocarnos, es demostrar la solidaridad más allá del límite del confinamiento. Ayúdennos a dejarnos actuar con criterio y a conciencia, sin subestimarnos, para que los esfuerzos y las energías se unan y poder enfrentar todos los sectores juntos, lo que el mundo entero ha denominado la nueva normalidad, dimensionando que es ésta la única salida exitosa para superar las múltiples consecuencias de la pandemia.
En el encierro, la incertidumbre se potencia y agobia, pero que esa sensación quede en la memoria para que su recuerdo sea el fundamento para la construcción de un futuro mejor, donde no prioricen los intereses personales y nos demos cuenta que es indispensable involucrarnos todos para lograr el bien común.