Por: Rabino GUstavo Kraselnik
Uno de los personajes bíblicos más fascinantes es el de la Reina Ester cuya historia aparece en el libro que lleva su nombre. Ambientado en el imperio persa, en el siglo V AEC, el texto nos describe la salvación de los judíos del extermino, ideado por el malvado primer ministro Hamán, con la anuencia por acción u omisión del rey Asuero.
Fue la intervención de Ester a favor de su pueblo, guiada por su tío Mardoqueo, la que evitó el trágico desenlace y dio origen a la celebración de Purim que sigue ocupando un lugar destacado en el calendario judío hasta nuestros días.
Es interesante la transformación que se da en la protagonista. Llega al palacio real exclusivamente por su belleza (gana una especie de concurso “Miss Persia” de la época) y permanece ajena al destino de su pueblo hasta que las palabras de su tío la sacuden: “No pienses que escaparás en la casa del rey más que cualquier otro judío. … ¿Y quién sabe si para una ocasión como ésta, has llegado al reino?” (Ester 4:13-14). A partir de ese momento, con astucia y sagacidad logrará exponer ante el rey el plan de Hamán (quien será condenado a la horca) y garantizará a los judíos la posibilidad de defenderse.
Por su coraje, Ester quedó registrada como una verdadera heroína en la memoria colectiva de nuestro pueblo. El libro que lleva su nombre será incluido en el canon bíblico a pesar de no mencionar a Dios y describir un clima festivo más acorde al espíritu de “Las mil y una noches.”
La personalidad de Ester, las intrincadas relaciones interpersonales y las dramáticas situaciones que se suceden en el relato, despertaron el interés de la exégesis rabínica y medieval, así como también generan interesantes lecturas desde una perspectiva contemporánea. De igual forma, destacados artistas se inspiraron en pasajes del libro de Ester para compartir su visión de los personajes y plasmarlos mediante su talento. Podemos mencionar las obras de Miguel Ángel, Rubens, Rembrandt, Tintoretto y Dalí, entre otros.
La gesta de Ester y Mordejai la recordamos todos los años en la fiesta de Purim (significa “Suertes”, recordando que fue el malvado Hamán quien hecho suertes para decidir el día en que iba a ser exterminado el pueblo judío) que este año cae el 14 del mes de Adar (jueves 21 de marzo).
La principal costumbre de la fiesta es escuchar la lectura del libro bíblico de Ester. (Hacemos bulla cada vez que se menciona el nombre de Hamán), En Purim nos disfrazamos como un recordatorio de la dualidad oculto/manifiesto de los protagonistas de la historia (Dios incluido). También se regalan alimentos a los amigos y se hacen donaciones a la gente necesitada, tal como lo establece el propio libro de Ester (9:22)
Para muchos Purim es por antonomasia la fiesta que mejor representa la vivencia del judío en la diáspora: En una sociedad en donde viven plenamente integrados, y de pronto comienzan a elevarse voces acusatorias que los convierte en los chivos expiatorios. Y así, el odio de algunos, combinado con la apatía y el desinterés de muchos otros, se vuelve una combinación letal y de pronto, el exterminio se vuelve un escenario posible. Tristemente nos ha tocado muchas veces ser víctimas de esta nefasta dinámica y es necesario tenerla presente para que nadie pretenda aplicarla contra cualquier minoría. Debemos estar atentos.
Por eso la reina Ester es tan querida. Su intervención hace justicia: los buenos se salvan y los malvados son castigados. Que mejor forma de ejercer el poder.