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Miguel Ángel Ciaurriz | Un rebelde con causa

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El padre Miguel Ángel Ciaurriz ha sido colaborador de Costa del Este News desde su primera edición | Foto: AR

 

Sin temor a equivocarnos, podemos asegurar que la parroquia San Lucas es el corazón de Costa del Este. Independientemente de qué tan practicante se sea de la religión católica, la mayor parte de las actividades que se celebran en esta comunidad surgen en los salones parroquiales o son lideradas por miembros muy cercanos a la Iglesia, quienes planifican ideas y las multiplican por cada rincón. Música, teatro, caminatas, actividades de carácter social, recolectas, celebraciones, bingos, encuentros y pare usted de contar. La agenda es bastante apretada y todos los vecinos, de una u otra forma, participan. Pero sin duda, no sería lo mismo sin el ánimo que le imprime el padre Miguel Ángel Ciaurriz, quien desde hace poco más de tres años, en su carácter de párroco, mueve multitudes y es un “caballito de batalla” que no para hasta activar a todos.

El párroco de San Lucas, ya lleva tres años frente a este ministerio en Costa del Este | Foto: AR
El párroco de San Lucas, ya lleva tres años frente a este ministerio en Costa del Este | Foto: AR

¿Rebelde sin causa?

Cuando apenas tenía 9 años (década de los 60), el pequeño Miguel Ángel era un niño tan activo como se podía ser al vivir en la España de la postguerra. En su ciudad natal, Navarra, como en el resto del país según nos cuenta, la única posibilidad que tenía un jovencito de estudiar era matriculándose en un internado religioso, lo cual a él no le llamaba mucho la atención; sin embargo, en la escuela a la que asistía, un visitante Agustino Recoleto llegó para mostrarles a todos los niños, a través de “diapositivas color sepia” (que era el color más vivo de la época), lo interesante que podía ser  asistir a un colegio/seminario. “Las fotos evidenciaban en aquel lugar la existencia de 12 campos de futbol y una sala de cine… ¡Imagínate; era todo lo que yo quería! Nunca había ido a un cine, ni pateado una bola en una en una cancha real; así que me apunté solo con la intención de jugar futbol y ver películas; pero lo curioso fue que, debido a mi mala conducta, estuve castigado todo ese primer año sin ninguna de las dos cosas. Yo tenía problemas con la disciplina y era un niño rebelde; y creo que esa rebeldía de cierto modo todavía la mantengo”, rememora Ciaurriz.


Todos los domingos, Ciaurriz también oficia una misa para niños | Foto: AR
Todos los domingos, Ciaurriz también oficia una misa para niños | Foto: AR

Poco a poco, e internado en un colegio católico, al niño y después adolescente Miguel Ángel, se le fue afianzando la vocación religiosa. Ingresó al noviciado a los 18 años, estudió Teología y Moral y se ordenó como sacerdote a los 22. “Mi proceso de purificación fue muy bueno, aunque hubo momentos difíciles, de dudas, en los que discerní sobre mi vocación. Tuve una muy buena compañera, de la que no sabía si prefería su amistad o si la pretendía como novia. Fueron pruebas que me ayudaron a aclarar mi verdadero destino”.

Al cumplir 24 años, y luego de haber servido en un colegio en Madrid; Ciaurriz se ofreció como voluntario para venir a América. Finalizaban los 70 cuando llegó a República Dominicana, país al que no sabe si llamar su primera o segunda patria, pues allí vivió más años de los que tenía cuando llegó. Trabajó en dos parroquias y tuvo  la oportunidad de desarrollar todo su potencial social. “No hay otra manera de vivir la fe y seguir a Jesús que ayudando a los más necesitados. Él anunciaba el reino de Dios curando enfermos y aliviando el sufrimiento de la gente y, salvando las distancias, 2 mil años después, no tenemos otra manera de seguirlo y ser cristianos. No es suficiente ir a la iglesia a rezar; hay que trabajar por el prójimo y tratar de hacer de éste, un mundo más justo, más humano y más digno para que quienes viven en la indignidad, mejorar sus condiciones de vida”, sentencia el párroco, quien piensa que un sacerdote no puede dedicarse a la iglesia, celebrar misas y sacramentos atendiendo solamente la dimensión espiritual.

Participa en muchas labores de carácter social | Foto: AR
Participa en muchas labores de carácter social | Foto: AR

Estando en República Dominicana, el p. Miguel Ángel buscaba maneras de acercarse más a Dios sirviendo a los pobres. Y aprovechando sus dones decidió retomar los estudios y matricularse en la escuela de Comunicación Social de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, donde más tarde obtuvo el título de Comunicador Social. ¡El párroco de San Lucas es también periodista! “Desde un principio entendí que esa profesión sería un gran valor agregado para mi sacerdocio; para mejorar mi predicación, poder escribir libros y llegarle más a la gente. Conduje programas de radio, televisión y trabajé en el periódico El Siglo, donde escribía una columna.  Era la forma perfecta de mirar la realidad a través de los ojos de la fe”.

El P. Ciaurriz se ha dedicado también a escribir varios libros | Foto: AR
El P. Ciaurriz se ha dedicado también a escribir varios libros | Foto: AR

Las exigencias crecieron

Se sentía cómodo y feliz en República Dominicana cuando, tras estar en ese país durante 20 años, fue elegido por dos períodos consecutivos como vicario para Centro América y el Caribe. Tuvo allí su primer contacto con Panamá.  Seis años después regresaría a su natal España bajo el mismo título de vicario, y al cabo de 36 meses, regresó al istmo donde en la actualidad cumple funciones como párroco de San Lucas Evangelista y paralelamente de vicario regional “lo cual es muy complicado porque debo viajar mucho a otras comunidades y atender mi ministerio”. 

Confiesa ser muy feliz en Costa del Este. “Nunca he estado con amargura en ningún lugar. La obediencia me ha llevado por caminos en los que me he sentido bien, querido y apoyado. Me ha tocado relacionarme estrechamente con personas que viven en pobreza extrema, y ahora con gente muy pudiente. En Santo Domingo, de la nada creamos una parroquia y un centro clínico en el que 29 médicos atendían a 30 mil personas al año. Atendíamos pacientes con VIH, SIDA y otras enfermedades que venían de toda la línea sur del país y hasta de Haití. Aquí, echamos a andar con un grupo de empresarios de esta comunidad al Banco de Alimentos, con el que hemos disminuido en 10 por ciento el hambre en Panamá”.

Junto a Monseñor Cardenal Lacunza | Foto: AR
Junto a Monseñor Cardenal Lacunza | Foto: AR

Su vocación lo ha llevado por caminos inesperados y discordantes. “Esta es la primera vez que estoy en una parroquia con un  gran potencial económico y poder adquisitivo. Me ha costado aprender a navegar en la opulencia. Cuando trabajé con gente muy pobre, llegué a pensar que los adinerados  eran soberbios y no les preocupaba la necesidad de los demás. Pero la  riqueza material  no evita los problemas. Lo importante es que cada uno descubra lo esencial de la fe y conozca que el verdadero rostro de Jesús  está en la solidaridad  y a diferencia de muchas otras parroquias, pobres o ricas, ésta se distingue por la  sensibilidad de sus miembros y su gran disposición para ser solidarios, y esa es la mejor manera de agradarle a Dios».