Reportajes Especiales

Fotos | Cinta Costera, un lugar de esparcimiento en Semana Santa

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Foto: Nervis Araujo Rincón

Ciudad de Panamá ha tomado gloria internacional porque los miles de turistas que apuntan en el mapamundi el istmo como su destino de paseo o negocios, quedan impactados con su crecimiento, tan enorme como sus rascacielos. Es un lugar en miniatura con bellezas compactas y particulares. Sus áreas urbanas dejan ver un codiciado nivel de vida para la gente que la sabe disfrutar a sus anchas.

Uno de los espacios al aire libre que extranjeros y lugareños adoran, es la Cinta Costera en sus tres etapas, un enorme paseo nacido al cegar 26 hectáreas de aguas al Pacífico, que da el frente a la avenida Balboa y a sus edificios, vestidos de modernidad y lujo.

Entonces, la simbiosis es idílica al transitar en ella: un Pacífico a todas sus anchas, los edificios que tocan el cielo e impactan en la mirada; jardines tropicales que bordean la dicha, fuentes y espejos de agua inspiradores y un sinfín de atracciones y estaciones para el ejercicio y la recreación, como sus 9 canchas y parques recreativos, infantiles; 5 gazebos, máquinas y equipamiento para hacer todo tipo de ejercicios, además de una ciclovía, que aprovechan muy bien los ciclistas y enamorados de los patines. Se cruza en el camino el monumento al descubridor del Mar del Sur, Vasco Núñez de Balboa, y un reloj de flores a todo color. Hay tantos motivos para fotografiar y fotografiarse que el trayecto será feliz y breve, así que en la Cinta Costera este adagio será muy certero: “La felicidad son momentos de descuido”.

Más miradas

Al llegar al Mercado de Mariscos va a disfrutar de varias escenas. La primera será los pintorescos chiringuitos o restaurantes pequeños donde puede comer pescado frito con patacón; los ceviches más divinos de Panamá o cualquier delicia del mar que se le antoje. Todo recién salido de las aguas, tanto es así que allí puede ver a las pequeñas embarcaciones y pescadores llegar a la orilla a descargar sus conquistas, siendo ésta la segunda escena.

La tercera y la más proverbial seguramente es las vistas que regala el Casco Antiguo, la segunda ciudad que emergió frente al Pacífico, con sus encantadoras casonas que gritan mucha historia. Es como una obra cromática, creada por el mejor pintor del mundo, pero es real y se puede escudriñar entre sus callecitas adoquinadas, hoy colmadas de teatros, templos, de una catedral; plazas, tiendas, artesanías típicas, paseos, monumentos, restaurantes, discotecas y bares. Una de las casas que más llama la atención es la del afamado cantante panameño Rubén Blades.

Paisajes y sabores que son poesía

En este punto comienza Cinta Costera III, de 1,9 kilómetros de extensión, que incluye caminerías, ciclovía, jardines y un tramo de carretera suspendido sobre el mar, de seis carriles, con el que se juntan las dos ciudades y El Chorrillo, una barriada popular rescatada de la desidia en buena manera. Sus pobladores y visitantes tienen canchas de baloncesto, voleibol, parques infantiles, gimnasios, canchas de futbolito, multijuegos y estacionamientos públicos, además de puentes peatonales, miradores, áreas de esparcimiento y conciertos, y hasta un estadio de fútbol con gradas para cinco mil 500 espectadores, el hermoso Maracaná.

Su parada final será “Sabores de El Chorrillo”, unos 20 pequeños restaurantes con enormes pailas colmadas de aceite de donde salen los pescados fritos más divinos de la ciudad, con un tope de mariscos mixtos que le dan el punto certeramente especial; se hacen acompañar de ensalada, patacones y arroz con coco. Toda esta delicia se disfruta mientras la brisa del mar despeina cualquier tristeza, el cielo amalgama la dicha de estar allí y las embarcaciones de los pescadores sobre el Pacífico hacen el paisaje sublime y concluyente.