La Palabra por Miguel Angel Ciaurriz

Por una cultura del encuentro

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Fanáticos de todo el mundo en una misma fiesta. Foto Cortesía.

Por: Miguel Ángel Ciaurriz

Escribo estas notas mientras la pelota corre veloz en este mundial de fútbol; un mundial cargado de resultados sorprendentes y de buenas sensaciones, como el ejemplo que han dado algunos aficionados, entre ellos panameños, que, una vez terminados los encuentros limpiaban, recogiendo la basura que quedaba en las gradas. Con razón dice el refrán que  <<no es limpio el que limpio sino el que no mancha>>.

A unos días de iniciarse este extraordinario evento deportivo en el que, por primera vez ha participado Panamá, el Papa Francisco invitó a todos los aficionados que asistirían a los partidos en las distintas sedes de este mundial, a aprovechar el evento para poner en práctica la cultura del encuentro.

Que yo sepa, no he visto en la prensa informaciones que hayan denunciado confrontación y peleas entre las distintas aficiones. Eso es sin duda, una buena señal. Fuera del terreno de juego, independientemente de los resultados, pareciera que el mundial es toda una fiesta, una gran fiesta de encuentro de pueblos y culturas.

Foto: Getty Images)

Esta idea de la <<cultura del encuentro>> es una de las constantes del Papa Francisco en su pontificado, pareciera que fuera uno de los <<leit motiv>> de su acción pastoral al frente de la Iglesia Católica.

Si consolidamos la “Cultura del Encuentro” las relaciones de las personas serán más pacíficas y, desde luego, satisfactorias. Ello va a requerir practicar constantemente el diálogo entre los distintos actores sociales.

Hace dos años, en una homilía de las misas que el Papa celebra cada mañana en la capilla de la casa donde reside, Santa Marta, concretamente el 13 de septiembre, Francisco dijo, comentando el pasaje del evangelio de San Lucas de ese día en el que se recoge el encuentro de dos cortejos, uno funerario, cargado de tristeza, que sale de la ciudad de Naín para enterrar al hijo de una viuda a la que acompañan en su dolor, y otro el de la multitud de gente que alegre seguía a Jesús allí donde fuera.

El Papa hizo en esa ocasión una invitación a todos para trabajar por «la cultura del encuentro», y hacerlo de manera simple «como hizo Jesús». No sólo viendo sino mirando, no sólo oyendo sino escuchando, no sólo cruzándonos con las personas sino parándonos con ellas, no sólo diciendo «¡Qué pena! ¡Pobre gente!», sino dejándonos llevar por la compasión; «para después acercarse, tocar y decir: “no llores” y dar al menos una gota de vida».

Cuando nosotros vamos por la calle, dijo Francisco, cada uno piensa en sí mismo: ve, pero no mira; oye, pero no escucha»; es decir, cada uno va por su propia dirección. Y el resultado no es otro que «las personas se cruzan entre ellas pero no se encuentran».

Para él «el encuentro es otra cosa», un encuentro entre dos personas que están en ese momento del cruce de sus vidas en situación bien diferente. Se trata de un encuentro entre una mujer cargada de tristeza y dolor al quedarse sin el único hijo que le podía garantizar su sostenimiento en la ancianidad, y una muchedumbre feliz, porque había encontrado a Jesús y le seguía cargada de esperanza, justo lo que ya se había esfumado de la vida de la viuda.

Es preciso que nos tomemos en serio esta <<cultura del encuentro>> y que aprovechemos todos los momentos que se nos brindan para ponerla en práctica. El que acepta encontrarse con el diferente sale siempre ganando porque es mucho lo que aprende del otro.