Texto y Fotos: Andreína Rodríguez González
Instaurada el 18 de enero de 2001, la Comisión de la Verdad inicia el histórico proceso de investigación y búsqueda de víctimas desaparecidas de la dictadura militar que rigió a Panamá desde 1968 hasta 1989.
Un equipo de antropólogos, presidido por el abogado Alberto Almanza, emprendió la pesquisa que, por espacio de 15 meses, involucró la excavación de unas 35 locaciones como antiguos aeropuertos, cuarteles y hasta la isla de Coiba.
El trabajo compiló un total 189 casos, logrando plena documentación de 110 que fueron publicados en un informe final compendiado en una entrega de 700 páginas que Almanza califica como “el primer paso del Estado para honrar a sus mártires”.
“Raíces secas”
Para el jurisconsulto, este proceso dio fin a la incertidumbre de la sociedad panameña e hizo justicia a una democracia gravemente herida. “Hubo un desgaste moral en la política que precipitó la entrada de los militares en el poder y eso significó la violación de los Derechos Humanos”.
Desde su óptica, el Estado estaba obligado a rescatar la memoria de quienes dieron su vida por la defensa de la institucionalidad para poder sostener la democracia, que para entonces tenía “las raíces secas”.
Reconocer, enmendar y seguir
Manteniendo firme su convicción democrática desde su periodo como presidente del Centro de Estudiantes de la Universidad de Panamá, hoy en día reconoce al general Omar Torrijos como “el mejor estratega de aquel momento”.
“Las instituciones se encontraban desgastadas, no fue mucho lo que tenía que derribar Torrijos. La corrupción política se había encargado de minar las raíces de la democracia dejando apenas un tronco hueco”; temor que hoy día le persigue.
La llamada
Durante un paseo familiar, a Almanza le toma por sorpresa la llamada de la presidenta, en aquel entonces, Mireya Moscoso, quien le solicitó dirigiera la Comisión de la Verdad, a sugerencia de monseñor Dimas Cedeño.
Su labor como catequista no había pasado por alto y la necesidad de hallar un guía con sensibilidad social, pero despojado de revanchismo, volcó en él la esperanza del país.
El mismo Almanza había sido “desaparecido” por casi una semana y recluido en uno de los cuarteles en los que luego de un par de días el detenido era dado por muerto. “No solo viví para contarlo, sino para hacerles justicia”.
La verdadera honra
Superando obstáculos como el tiempo, temor y tentación de revanchismo de algunos afectados, Almanza logró labrar una salida a la incertidumbre que mantenía estancado el desarrollo nacional.
Aunque el camino para sanar las heridas aún se mantiene en proceso, citando al mismo Torrijos sostiene que la “lucha generacional” continúa hoy en día en el esfuerzo de la ciudadanía por recuperar la credibilidad de sus instituciones, “el verdadero pilar del Estado panameño”.