Tener una mascota implica mucha m谩s responsabilidad de la que algunos suponen. Es agradable ser recibido en聽 el hogar por ese amigo fiel que ya forma parte de la familia. La casa luce impecable, porque el animalito est谩 entrenado para hacer sus necesidades afuera pero, c贸mo es posible que sea una proeza andar con tranquilidad por las calles debido a 聽los malos olores y el temor a pisar las heces caninas que se encuentran dispersas en la mayor铆a de los espacios que los vecinos utilizan para caminar, correr y pasear a sus hijos.
Seg煤n el decreto alcaldicio 285 publicado en Gaceta Oficial el 15 de julio de 1997,聽 queda terminante prohibido utilizar parques, plazas, isletas, aceras y otras 谩reas verdes p煤blicas para llevar 聽perros, otros animales o mascotas a defecar o hacer cualquier necesidad fisiol贸gica que genere malos olores, transmita enfermedades y/o聽 atente contra la salud p煤blica y el medio ambiente. La violaci贸n de estas disposiciones, seg煤n establece el decreto, debe ser penada con multas que van de 10 a 100 balboas seg煤n sea el caso.
Esa es la teor铆a pero en la pr谩ctica, es frecuente ver como muchas mascotas son paseadas por las calles y luego de hacer sus necesidades, su cuidador (quien muchas veces no es su due帽o) aunque lleva consigo las bolsitas para recoger los desechos, ni siquiera voltea a ver lo que hizo el animalito ni d贸nde.
Lo que pocos saben es que toda esa materia regresa de nuevo a la casa, pues diversos estudios demuestran que un solo gramo de heces de perro contiene 23 millones de bacterias fecales, que pueden transmitirse al entrar en contacto con la hierba en la que juegan nuestros hijos, la suela de los zapatos, patas de las moscas y otros insectos que pueden transmitir esos par谩sitos al ser humano.

